COLUMNA INVITADA

El rey de la polarización

Existen dos tipos de oradores, sobre todo de aquellos rétores que inciden en o se dedican a la política: los autenticistas y los tecnócratas

OPINIÓN

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Juan Luis González Alcántara / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Existen dos tipos de oradores, sobre todo de aquellos rétores que inciden en o se dedican a la política: los autenticistas y los tecnócratas. Los primeros –que son los que nos interesan para este artículo– son aquellos que apelan a las emociones del auditorio a través de un lenguaje cargado de frases lapidarias y generalidades, sin ningún respaldo técnico, sin cifras o datos que empíricamente acrediten lo dicho en el discurso y sin un contexto.

Los segundos, por el contrario, pretenden persuadir a su auditorio por medio de un discurso plagado de datos, números y un sinfín de elementos técnicos que sostienen lo dicho.

Así es como el profesor de retórica en la Universidad de Oxford y quien fuera Director General de la prestigiada BBC, Mark Thompson, diferencia en política a los oradores en el extraordinario libro Sin palabras.

En los tiempos contemporáneos la gente se encuentra hastiada de un bombardeo de datos inacabable e incomprensible para explicar las cosas, una masa ordenada, pero gris y estéril, de información la que, por cierto, carece de toda emoción.

La creciente importancia de los medios como factores de influencia en la opinión pública hizo surgir a esa clase de político que, sin más armas que el carisma populoso y un discurso rayano en la diatriba, hace mella en el ánimo de quien lo escucha. Dos ejemplos que pone Thompson de esta clase de orador autenticista saltan a la vista: Adolf Hitler y Donald Trump.

Ambos, sabedores del hartazgo popular en países con crisis de tipo económica y/o social, aprovecharon la oportunidad de señalar a ciertos grupos –judíos y mexicanos, respectivamente– como culpables de las desgracias nacionales. Supieron y lograron polarizar a sus sociedades entre arios y judíos o blancos y cobrizos.

El discurso de odio promovido por los autenticistas se lo apropian quienes –a pie juntillas o por conveniencia– se identifican con esta nueva generación de sofistas.

El discurso racional que, en teoría, debe imperar en la democracia, ha sido desplazado por la arenga de las emociones. Mientras que a un pirado austríaco se le ocurrió convocar para romper los cristales de los negocios de judíos, ponerles una etiqueta en el brazo y quemar los libros “contrarios” al régimen; a otro allende el Atlántico y décadas de diferencia, llama a una cruzada virulenta contra la “gente mala” con el sambenito de violadores, locos y asesinos.

Reyes de la polarización, sin duda, pero no los únicos, el mundo actual está plagado de estos disruptores del orden social y político que llegan democráticamente, pero quieren entronizarse autoritariamente.

Bien decía don Sergio García Ramírez: “la nación padece de una dolencia muy grave, producto de olvidos, errores, deserciones, extravíos. Somos un cuerpo enfermo”.

POR JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA
MINISTRO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN

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