APUNTES DE GUERRA

Diez días que sacudieron (o no) a Palacio Nacional

El Presidente se dio un balazo en el pie al revelar el cuestionario de la corresponsal y su teléfono

OPINIÓN

·
Gabriel Guerra / Apuntes de Guerra / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo una semana y media para el olvido. Primero, la innegablemente exitosa marcha opositora/en defensa del voto que no solo logró una muy buena convocatoria sino además las imágenes para demostrarlo: el Zócalo repleto, el saldo blanco, la buena coordinación de sus promotores, de los partidos políticos de oposición y de la evidente beneficiaria, Xóchitl Gálvez.

Después, el doble gazapo de la declaración inicial de que el entonces Ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia recibía encomiendas del Ejecutivo y las transmitía, que luego fue corregida por el propio Arturo Zaldívar.

No queda claro qué era peor, si reconocer que el titular del Poder Judicial era un mensajero (dicen sus muchos malquerientes que mandadero) o que el susodicho le enmendara la plana a su líder político.

Luego llegó lo que para algunos era un obús marca ACME: un reportaje del New York Times señalando supuestos financiamientos del crimen organizado a la campaña electoral de AMLO en el 2018, en aparente seguimiento a la nota que había publicado semanas antes Tim Golden en ProPublica.

La nota del New York Times fue como el parto de los montes: mínima sustancia, el mismo tipo de fuentes y falta de evidencias sólidas o -siquiera- de una investigación formal de parte de las autoridades estadounidenses. En resumen, un refrito actualizado con una evidente intencionalidad política de parte de las fuentes citadas por ambos medios, que son obvias para cualquier observador mínimamente aguzado.

Así se las gasta la DEA desde que tengo memoria.

Hasta aquí, todo era manejable, pero el presidente decidió darse un balazo en el pie cuando reveló el cuestionario que le envió la corresponsal en México del NYT y -en él- su número de teléfono.

El escándalo no se hizo esperar y superó, con mucho, al generado por la nota periodística. La muy probable violación a la ley por parte del presidente, y su reiteración de que él (y su investidura/autoridad moral y muchos etcéteras) están por encima de la ley.

Como ha sido costumbre en este sexenio, el daño autoinfligido ha resultado mayor que el de cualquier adversario político y refleja una constante en la comunicación de este gobierno: al confiar única y exclusivamente en las (ciertamente muchas) habilidades de comunicación del presidente, sus colaboradores lo colocan con frecuencia en situaciones de riesgo, como esta que le acaba de suceder.

El daño está hecho, pero la verdadera pregunta que debemos de hacer es qué tan duradero será o no, y si tendrá algún impacto en las preferencias electorales.

Si el pasado sirve para predecir el futuro, esta tormenta pasará, como todas las anteriores, sin mayor afectación para el presidente y su partido, mientras que los empapados terminamos siendo los ciudadanos.

POR GABRIEL GUERRA CASTELLANOS

GGUERRA@GCYA.NET  

@GABRIELGUERRAC

EEZ