ECOS DE LA CIUDAD

La Nueva Derecha

Natascha Strolb politóloga austriaca, publico en 2021 su libro La Nueva Derecha, un análisis del conservadurismo radical

OPINIÓN

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Humberto Morgan Colón / Ecos de la ciudad / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Natascha Strolb politóloga austriaca, publico en 2021 su libro La Nueva Derecha, un análisis del conservadurismo radical. En él, sostiene que vivimos en un estado de emergencia emocional que ya se normalizó, luego de que el mundo ha descarrilado.

Asegura que las certezas se desvanecen y que el poder político ha mutado en redes y difusas burbujas digitales que propician alianzas y comunidades en línea que generan movimientos sociales y grandes comunidades en la web, algunas van desde la derecha, hasta la extrema derecha e incluso transitan al fascismo.

El ascenso de esta nueva derecha ha erosionado el espacio conservador y provoca un enorme desafío. Su dilema, se centra en ¿sí las formaciones conservadoras deben distanciarse de la extrema derecha o deben adoptar sus posiciones e ideas como propias? Strolb considera que las respuestas a estas preguntas dan como resultado un nuevo fenómeno, el conservadurismo radicalizado. Este que ha transformado rápidamente el ámbito político y mediático en el que actuamos, pensamos y discutimos.

El conservadurismo no solo es una ideología defensiva, sino que tiene su propio inventario ideológico que incluye la idea de que no todas las personas son iguales y que el respeto de las jerarquías de clase asegura el orden social. Considera que capital y trabajo no son espacios que confrontan, sino que son complementarios y a esta idea de armonía de clases, se le suma como en el liberalismo, la defensa de la propiedad privada.

Pero a diferencia del liberalismo y el socialismo, el conservadurismo conlleva un factor irracional, la fe religiosa que ocupa un nivel igual o superior a la razón humana. El conservadurismo mantiene una posición antiigualitaria, antirrevolucionaria y sustentado en los valores de orden y propiedad, pretende asegurar las relaciones de poder.

A finales de la década de 1960, en Francia, se desarrolla un circulo de partidarios de la extrema derecha que aporta dos innovaciones, la primera es la nueva derecha, desprendiéndose de toda etiqueta emparentada con el nazismo. La segunda, es que elije un nuevo escenario para su lucha, el espacio pre-político.

Ello, a partir de la hegemonía cultural, teoría planteada por el filósofo marxista Antonio Gramsci, que indica que para aplicar planes e ideas, primero hay que conseguir una amplia aceptación, para luego acceder al poder formal. Se trata primero de dar la lucha por la soberanía interpretativa, estableciendo una hegemonía cultural a partir del discurso público y del ámbito educativo.

En el siglo XXI, se presenta en escena una renovada generación de la nueva derecha, que busca unir activismo político, cultura pop y lucha cultural, abriendo nuevos espacios de difusión, especialmente en la esfera digital y apoyándose cada vez más en imágenes, videos y memes virales. Esta derecha se reproduce principalmente a través de los espacios digitales, utilizando este campo para su batalla cultural y de sentido en la mente de las personas.

Strolb considera que en 2015 y 2016 se presenta un punto de inflexión motivado por las grandes manifestaciones en contra de los refugiados en Europa, el referéndum del Brexit en Inglaterra y la campaña y victoria de Donald Trump en Estados Unidos, cuyo éxito no hubiera sido posible sin el ejercito de guerreros culturales aportado por el movimiento Alt-Right, la derecha alternativa.

A partir de ese momento, se ha configurado una importante escena mediática de extrema derecha, que dispone de cuantiosos recursos económicos e importantes protagonistas, llegando a sus seguidores a través de YouTube, Facebook y X con enfoques diferentes, desde fantasías evangélicas revivalistas, racismo, antifeminismo y misoginia. Lo que provoca una radicalización al interior de las clases medias conservadoras, que se desplaza hacia un abierto extremismo de derecha.

Reafirmándose el pensamiento autoritario, que se expresa en un nuevo fenómeno sociológico, la Burguesía Cruda. Wilhelm Heitmeyer describe a la burguesía cruda, no como una clase económica, sino como un sector social que bajo una fina capa de modales civilizados y gentiles, esconde actitudes autoritarias, cada vez más visibles, acompañados por el desprendimiento de la idea de solidaridad social, que es sustituida por una dureza que se articula mediante el fetiche de la responsabilidad personal, la
eficiencia, el rendimiento y la utilidad.

En el marco de una lógica economicista que deriva en un desprecio a los grupos más vulnerables. Donde prevalece la burguesía cruda, suele faltar el sentido de justicia, de solidaridad y de equidad, expresando un autoritarismo seguro de si mismo, consciente del poder que ejerce con gran influencia en el clima social, a través de instituciones y medios de comunicación. Según Strolb, la frontera que divide al conservadurismo democrático tradicional del conservadurismo radicalizado es su relación con la democracia, porque una tendencia del extremismo de derecha es desmantelar las normas democráticas.

La extrema polarización social de la derecha ha convertido a la llamada corrección o prudencia política en un término odiado por ella, que combina todo lo que este sector desprecia: el feminismo, la diversidad de género, las políticas LGBT y el antirracismo, alejándose de la “política normal”. El objetivo ya nos lograr un detallado proyecto de gobierno, sino de transmitir una narrativa y ejercer una sensación de seguridad, en tiempos de dislocación social y económica. No se trata de un sentimiento defensivo y estático, sino de uno agresivo y dinámico.

En el mundo de la “política normal”, opositores y oficialistas se tratan con cierta cortesía, a diferencia de estos, los representantes del conservadurismo radicalizado buscan la ruptura y propician la sensación de no formar parte del sistema, acompañando y alimentando corrientes de indignación e inconformismo, manifestando incluso, un tinte revolucionario, invirtiendo su habitual posicionamiento de burgués conservador.

Strolb afirma que ignorar y romper las reglas no escritas de la política, como lo hace el conservadurismo radicalizado parece inofensivo. Sin embargo, esconde efectos profundos, pues construye la idea de una ausencia de reglas y sin ellas, aflora el insulto y las agresiones sin fundamento. Los políticos de extrema derecha rompen la imagen del político clásico, utilizando un lenguaje absoluto, megalómano y repleto de superlativos.

A diferencia de los partidos de centro izquierda o centro derecha, que han tenido como objetivo preservar la sociedad, el conservadurismo radicalizado abre grietas, magnifica las diferencias y convierte a la polarización en el estado normal de las cosas.

La idea que transmiten es que existe una guerra cultural en la sociedad entre el bien y el mal, entre nosotros y los otros. De esta manera se busca derrotar al enemigo sin ceder a ningún compromiso.

El pensamiento que mira al mundo entre buenos y malos, es la base de toda ideología conspirativa, generando una ola de miedo que construye la imagen sombría y difusa de enemigos, cómplices de una amenaza ficticia.

POR HUMBERTO MORGAN COLÓN

COLABORADOR

@HUMBERTO_MORGAN

MAAZ