COLUMNA INVITADA

La edad máxima del político

La vejez suele asociarse, o mejor dicho, romanticizarse, con ciertas virtudes como la sabiduría

OPINIÓN

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Ignacio Anaya Minjarez / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

La vejez suele asociarse, o mejor dicho, romanticizarse, con ciertas virtudes como la sabiduría y la experiencia. Es cierto que el paso del tiempo implica aprender cosas nuevas, lo cual puede o no afectar la manera de tomar decisiones; sin embargo, esto varía de persona a persona y no constituye una premisa universal.

A partir de esta consideración, surge la pregunta de por qué, en muchas ocasiones, la gente prefiere a alguien de edad avanzada en puestos políticos en lugar de un individuo joven. No voy a establecer edades óptimas para la política, pues dudo que existan, y no es mi objetivo ofender o cuestionar el cargo únicamente por su edad. 

En México, al menos por ahora, esta cuestión no se plantea, pero en Estados Unidos, últimamente se ha cuestionado el hecho de que los últimos dos presidentes hayan sido los de mayor edad en la historia del país al asumir el cargo: Donald Trump a los 70 años y Joe Biden a los 78. En tercer lugar, está Ronald Reagan, quien asumió la presidencia a los 69 años. De él se sospechaba que tenía problemas de memoria durante su administración.

Las críticas de varios ciudadanos estadounidenses, especialmente jóvenes, se dirigen hacia las próximas elecciones de 2024. Es muy probable que Biden y Trump sean nuevamente los contendientes, lo cual ha generado dudas sobre si están en las mejores capacidades para un cargo tan importante. La demencia es un asunto serio, principalmente cuando afecta a una de las personas más poderosas del planeta.

Es un hecho que muchos problemas de salud se presentan a partir de, o poco antes de, la tercera edad. Sin embargo, rara vez se habla de esta variante. Empero solo tienen que aparecer los rumores de enfermedades y entonces comienzan a resonar ampliamente. La sociedad no se entera de la verdad, usualmente ocultos con habilidad. El rumor adquiere fuerza convirtiéndose en la realidad. 

En octubre de 1919, a los 62 años, el presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, sufrió un derrame que lo dejó paralítico del lado izquierdo y parcialmente ciego. Continuó en su mandato hasta 1921, aunque en realidad fue su esposa, Edith Wilson, quien se encargó de la administración, manteniendo en secreto el estado de salud de su marido. Ella tenía 47 años cuando asumió la dirección de la presidencia.

Si existe un mínimo de edad, ¿por qué no considerar un máximo? Más allá de la presidencia, es un tema digno de reflexión en todos los cargos políticos. De esta manera, surge la legítima interrogante: ¿realmente alguien con tres veces mi edad, perteneciente a otra generación y con valores profundamente arraigados de la misma, es capaz de representarme? ¿De tomar decisiones que beneficien a una sociedad cuya edad media, en el caso de México, es de 27 años? No está de más hacer tales cuestionamientos.

POR IGNACIO ANAYA

COLABORADOR

@Ignaciominj

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