MALOS MODOS

La marcha de los güeros y los certificados de pobreza

De todos los logros de la Cuarta Transformación de la Vida Pública, al Doctor Patán

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

De todos los logros de la Cuarta Transformación de la Vida Pública, al Doctor Patán el que más le emociona es el del cambio profundo en las conciencias, en las almas. ¿Qué almas? Ese es el punto.

No en las del pueblo bueno, que desde un principio, con su humildad, su gratitud y su instinto para identificar a un líder histórico, supieron llevar al poder al Segundo Presidente Más Popular del Mundo como quien lleva en hombros el trono de un faraón. No.

El Doctor Patán se refiere a las almas de las clases medias, que un día voltearon hacia el cambio y, en un comprensible afán de pertenencia, dijeron: “No mames. Me tengo que buscar un certificado de pobreza”.

Sí: ser pobre de origen, gracias al Motor del Cambio Moral, es visto como una cosa súper buena, así que hay que exprimir la propia biografía hasta encontrar algo. Idealmente, un papá que chambeó repartiendo periódicos mientras mamá planchaba ajeno; si no, un abuelo campesino, o de perdida un bisabuelo explotado en la maquila del Porfiritato. Algo.

Esto, en términos de –me decido por fin a usar esta palabra, a ver si así me cae algún free lance bien pagado– narrativa, trajo algunos problemas. Ante todo, el Doctor Patán tiene que decirlo, una espeluznante cursilería. ¿Escribes todas las semanas en un periódico por una buena lanita? Usa la columna para obtener el certificado.

“Recuerdo cómo me sujetaban amorosamente las manos agrietadas de mi abuela cuando regresaba de deshojar el maíz, mientras mi abuelo se embriagaba con los capataces blancos en un afán inútil de aceptación”. ¿El neoliberalismo te becó en la Ivy League?: “Mi madre se las arregló para criarme junto con mis cuatro hermanos mientras lograba poner comida en la mesa. Hoy, apenas puede ver mi rostro, con los ojos nublados para siempre por el esfuerzo de coser la ropa de hombres poderosos”.

Sí: hay mucha cursilería en esas “narrativas”, y también ciertos problemas de rigor, como que la columnista con la abuela de los elotes nació en la Ciudad de México, donde el pozole se hace normalmente con productos de Walmart, o que hace décadas que el heteropatriarcado tira las ropa descosida y compra nueva, o que es difícil pagar a punta de remiendos un depita en la Narvarte. Aun así, la vocación de cambio se aprecia y sobre todo se admira. Ese saco de Massimo Dutti nunca se vio tan humilde.

El único problema de fondo que encuentra el Doctor Patán, que por su parte sigue a la busca de su certificado (se aceptan sugerencias), es que, a juzgar por la gigantesca marcha de güeros del otro día, la transformación no ha calado suficientemente en la burguesía. Hay demasiados blanquitos que se resisten a aceptar que esto ya cambió. Que el triunfo de la Cuarta es, sobre todo, un triunfo ético; sociológico, si quieren. A ver si no nos pasa factura en la próxima elección.

POR JULIO PATÁN

COLABORADOR

@JULIOPATAN09

MAAZ