ENVÍO DIPLOMÁTICO

“Las condiciones amenas de la vida diplomática”

Esta misma semana, el personal del consulado de México en Kansas City tuvo que sumar a sus tareas cotidianas, la atención a los mexicanos y descendientes de mexicanos baleados durante un desfile celebratorio

OPINIÓN

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David Nájera / Envío Diplomático / El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Con esa frase, un artículo en el portal lapoliticaonline.com sintetiza el deseo de un exilio político para una joven secretaria del gobierno actual, aparentemente por un círculo político del mismo que proyecta trascender en una próxima gestión. No se sabe qué sorprende más, si la persistencia de considerar a la diplomacia como destino para políticos en desgracia o el desconocimiento de la vida diplomática misma.

Esta misma semana, el personal del consulado de México en Kansas City tuvo que sumar a sus tareas cotidianas, la atención a los mexicanos y descendientes de mexicanos baleados durante un desfile celebratorio. 

Tan sólo ese consulado atiende en su circunscripción a 105 condados en el estado de Kansas y a 114 en el de Missouri; con una treintena de personas se desplaza regularmente en jornadas sabatinas a instalar “consulados móviles” para acercarse a las comunidades mexicanas dispersas en esos territorios, jornadas que si bien le son pagadas a los empleados locales no lo son a los funcionarios del Servicio Exterior; en esas jornadas documentan a compatriotas que requieren renovar documentos o generar nuevos, tramitan procesos encaminados a empadronar, registrar, certificar. 

Esta semana también han recorrido hospitales y oficinas de Policía. Sin duda, “condiciones amenas de la vida diplomática”.

Otro tema es el considerar la vida en otro país como un exilio o al menos un refrigerador para políticos incómodos al gobierno en turno. 

Los gobiernos revolucionarios lo usaron con amplitud, algunos políticos devendrían en la práctica connotados diplomáticos como Gilberto Bosques, por ejemplo; otros, en sinvergüenzas traficantes como aquel que de Argentina fue expulsado en los años 50. Otros volvieron del exilio para reiniciar sus carreras políticas. Pero ¡seguir con lo mismo 100 años después!

Por supuesto, numerosos países recurren al destino en el exterior para premiar a aliados políticos. Sucede en Estados Unidos, generalmente por un periodo y al volver van por la vida siendo referidos como “embajadores”. 

Pero la ley mexicana es muy clara, los títulos diplomáticos a nombramientos políticos cesan con el fin de su designación. Los exgobernadores no volverán a ser diplomáticos al volver a México; el rango en la carrera diplomática se determina por procesos de ascenso y sólo los profesionales pueden detentar su rango en la vida privada.

Entre las “amenidades de la vida diplomática”, la imaginación vuela entre banquetes y copas de champagne en cómodas condiciones materiales. Convendrá saber si los políticos en el exterior disponen de presupuestos y personal como el que tuvieron en su vida nacional o si acaso llegan a echar mano de sus bolsillos para completar el gasto. La realidad de las amenidades no da para mucho.

¿Es más ameno el tráfico y la contaminación en Beijing que en la Ciudad de México? ¿Realmente París vale una fiesta en una semana de paros en el transporte? Lo peor de todo es que la superficialidad con la que se considera esa vida, refleja la limitada perspectiva internacional que aún ocupa a buena parte de una sociedad que depende en gran medida de su comercio exterior, de sus remesas y del impacto de la migración, del cambio climático y del cambio tecnológico. Un mundo ameno.

POR DAVID NÁJERA
EMBAJADOR DE MÉXICO. PRESIDE LA ASOCIACIÓN DEL SERVICIO EXTERIOR MEXICANO WWW.ASEMX.ORG   

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