HIEL Y MIEL

El estancamiento

La tragedia de nuestro país es que, por cuarto año consecutivo se mantiene estancado en el Índice de Percepción de Corrupción de Transparencia

OPINIÓN

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Tere Vale / Hiel y Miel / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El enfermo de avaricia fácilmente con dádivas se tuerce

Francisco de Quevedo y Villegas

La psicología debería ser una herramienta importante en el estudio de la corrupción. Mientras que la economía y el derecho nos ofrecen perspectivas del cómo se genera este problema y sus alcances, la psicología puede darnos alguna pista sobre los más profundos y verdaderos porqués de esta muy generalizada conducta. Por mucho que nos moleste, pareciera que la corrupción es parte medular de la condición humana. No ha existido ninguna sociedad a lo largo de la historia libre de este problema. Dictaduras, democracias, populismos, monarquías y cuanto sistema político ha existido han experimentado este terrible cáncer social; en todos los países, en todos los tiempos y en prácticamente en todas las culturas. ¿Es entonces algo inevitable?, ¿estamos condenados a convivir con ella?, ¿las conductas corruptas son inherentes al ser humano?

La tragedia de nuestro país es que, por cuarto año consecutivo, se mantiene estancado en el Índice de Percepción de Corrupción de Transparencia Internacional (IPC 2023) donde ocupa el deshonroso lugar 126 de 180 países. Estamos empatados con Kenia, Togo y El Salvador (con todo y Bukele). Esto a pesar de que la actual administración prometió desde sus comienzos barrer con la corrupción, de arriba para abajo y en toda la administración pública. Grave asunto.

Eso sí, queda el consuelo de que hay países (aunque usted no lo crea) más corruptos que México: Sudán, Siria, Venezuela (por supuesto) y Somalia. ¡Qué consuelo! Nuestra nación es la más corrupta de la OCDE y la penúltima en el G-20; sólo Rusia es más corrupta.

Contrario a lo que dicen algunos teóricos que sostienen que los humanos preferentemente  nos conducimos con y por la razón (cualquier cosa que eso sea), podemos recordar a la psicoanalista estadounidense Karen Horney y decir que el afán de riquezas, fama y poder, esto es, la ambición de tener cada vez más que los otros y de distinguirnos por ello es consustancial a los individuos, de menos en la mayoría de las sociedades complejas que se conducen de esta manera para recibir un reforzamiento extraordinario por sus conductas delictivas. Por ilógica, irracional o peligrosa que resulte la acción corrupta, siempre hay alguien capaz de arriesgarse para tener más que los de enfrente.

En México, ni en la Estafa Maestra, ni en el caso Odebrecht, ni en el caso de los agronitrogenados de PEMEX y tampoco en el caso Segalmex (y hay muchos actos corruptos más) se ha logrado castigar a los culpables de estos robos del dinero que pertenece a todos los mexicanos.

Dejo a los abogados, legisladores, juristas, políticos y gobernantes el poner diques institucionales a estas lamentables conductas que lastiman a todos los ciudadanos. Para eso sirve la división de poderes, para eso sirven los órganos autónomos, por eso necesitamos controles y contrapesos.

Poder y corrupción son una ecuación inevitable. Los políticos son servidores públicos y esto significa desempeñar con honestidad su trabajo. La explicación de estos conceptos redundaría, creo, en una mayor exigencia de la ciudadanía en cuanto al desempeño de sus gobernantes y la necesidad de instituciones autónomas y fuertes. De lo contrario, permaneceremos, de menos, estancados en el fondo con los demás países corruptos.

POR TERE VALE

COLABORADORA

@TEREVALEMX

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