DESDE AFUERA

¿Que define a un gobierno conservador?

El ejemplo más reciente es el del presidente Nayib Bukele, en El Salvador

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

De entrada, podría decirse que todos los gobiernos son conservadores, incluso aquellos que se presentan como "revolucionarios" o "progresistas".

Al margen de discursos o pronunciamientos sobre propuestas a desarrollar, la primera misión de todo grupo que llega al poder, en cualquier país, no es otra que comenzar a divisar formas de conservarlo, por tanto tiempo como sea posible y a veces por cualesquier medio a su alcance.

Hoy por hoy se dan numerosos ejemplos de regímenes que autoproclamados como democráticos abusan el concepto para justificar un control absolutista de los instrumentos de gobierno, del aparato militar al judicial, de las elecciones a los servicios sociales y de asistencia.

El ejemplo más reciente es el del presidente Nayib Bukele, en El Salvador. Dueño de una enorme popularidad en base a su exitoso combate a la violencia y la criminalidad, Bukele se presentó a la reelección y obtuvo más de 80 por ciento de los votos emitidos.

Sólo que la Constitución salvadoreña prohíbe la reelección. Este detalle será seguramente resuelto cuando termine el hasta ahora muy cuestionado proceso de recuento de los votos para elegir a la Asamblea Nacional.

Más allá, hay acusaciones de violaciones a derechos humanos y civiles, que los salvadoreños parecen dispuestos a tolerar a cambio de lo que ha sido hasta ahora un espectacular descenso en la violencia y la criminalidad.

El concepto de sociedad civil resulta cada vez más adversarial para regímenes que como el de Nicolás Maduro, en Venezuela, ha usado y aprovechado todos los recursos, del patronazgo al encarcelamiento, para sostenerse en el poder.

Ahora agita la bandera del patriotismo y el reclamo histórico de Venezuela sobre la región guyanesa del Esequibo, rica en recursos naturales, para fortalecer su posición política doméstica en busca de una nueva reelección en 2024.

Y no se hable del gobierno de Daniel Ortega, en Nicaragua, que aparentemente llevado de un concepto mesiánico, mezcla de misticismo y una versión peculiar de socialismo, ha expulsado del país a sus críticos, y les ha quitado la nacionalidad.
Pero América Latina no es, ni de lejos, la única región del mundo donde eso ocurre.

El caso más evidente es el régimen del presidente Vladimir Putin. La muerte del opositor Alexei Navalny, el fin de semana en una prisión de la legendaria Siberia, sólo puso acento a la siempre complicada reputación de los regímenes rusos, del Zarismo a la Unión Soviética y la Federación Rusa.

Pero tampoco es posible ignorar la aparente popularidad de Putin, impulsada al menos en parte por su manifiesta intención de restablecer el sitio de Rusia como potencia mundial.

Y la lista de regímenes que se presentan como democráticos para legitimar medidas autoritarias no acaba ahí. Ni de lejos. Son gobiernos que buscan conservar un poder, el suyo.

POR: JOSÉ CARREÑO FIGUERAS

JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM                  

@CARRENOJOSE

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