COLUMNA INVITADA

El orador único

En la actualidad, las definiciones teóricas ya no importan, cada quien se fabrica su propio concepto, por eso entre “demócratas” se acusan de “antidemócratas”, y uno y otro bando se arrogan el concepto con exclusión de todos los demás

OPINIÓN

·
Diego Latorre / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

“La democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás”, frase de Winston Churchill que tiene tintes de realidad insoslayables. Los políticos mismos han erosionado la democracia. Hoy en México vivimos en una democracia, es cierto, pero no todo lo que ocurre es democrático. ¿Qué es democracia?

En la actualidad, las definiciones teóricas ya no importan, cada quien se fabrica su propio concepto, por eso entre “demócratas” se acusan de “antidemócratas”, y uno y otro bando se arrogan el concepto con exclusión de todos los demás. ¿Es Lorenzo Córdova, “el orador único”, un demócrata? Quizá no lo es si se le compara con José Woldenberg; y pregunto, ¿quién es más “demócrata”, AMLO o FECAL?, o ¿qué binomio periodístico sí defiende la democracia, Álvaro Delgado y Paez Varela o Loret de Mola y Brozo? ¿Quien no asistió ayer al zócalo, es antidemócrata y proclive a la “dictadura”?

Todos nos llenamos la boca al pronunciarla, pero en lo cotidiano, ¿somos demócratas? Democracia es “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”: frase harto repetida de Abraham Lincoln (explíquenle a la señora X que el pueblo sí existe), entonces, ¿qué está fallando? Muchas cosas, las principales: desesperanza y desengaño: El espectáculo que en México protagonizan nuestros políticos (incluidos, exárbitros electorales), es grotesco, porque sus intereses particulares se anteponen a cualquier “deseo” por alcanzar mejores acuerdos para el bien común. Si Manlio Fabio regresa al congreso por la vía plurinominal, ¿es esto democracia? O bien, ¿plantear la elección popular de ministros, magistrados y jueces, es ser un antidemócrata?

Afirmar que la liberal es la única forma de la democracia es, simplemente, un reduccionismo absurdo, pero si la democracia implica en algún grado la decisión popular en asuntos públicos, esto supone entonces, diálogo, como la existencia de opciones, pero diálogo no como insulto, más bien respeto por la razón de la otra persona; compromiso por construir un acuerdo aunque sea temporal; aprecio por la vida de otros (aunque sean “provincianos” o “mal olientes”, según Aguilar Camín o la señora Dresser).

El problema de México hoy no es sólo el discurso presidencial, es que, del otro lado del espectro, no hay sensatez, honestidad intelectual y mucho menos la más remota idea para romper el círculo pusilánime en el que se encuentra: Vacuidad.

Quizá la democracia es una distopía, pues al considerársele como un sistema moralmente insuperable (ni más ni menos que la representación del interés popular), es tal su grado de “perfección” que hasta guerras se inician en su nombre; pero bueno, recuerde que todo es por el bien del pueblo, aunque para ello haya que ahorcarlo (saludos a Milei, ¡carajo!).

En fin, como dijo Eduardo Galeano, “si votar sirviera para cambiar algo, ya estaría prohibido”.

POR: DIEGO LATORRE LÓPEZ

@DIEGOLGPN

PAL