COLUMNA INVITADA

Mercados Satánicos

Esos poderosos instrumentos fallan y muchas veces las predicciones económicas no se cumplen

OPINIÓN

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Miguel A Rosillo / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El presidente de México presentó ante el Congreso de la Unión veinte propuestas de reformas a la Constitución General de la República. En ellas propone que se establezca que los 18,000 kilómetros de vías férreas existentes se destinen prioritariamente al transporte de pasajeros; garantizar el acceso a internet a través de una empresa pública o concesiones; un jornal justo y permanente para los trabajadores agrícolas; un salario mínimo para los jóvenes que no estudian ni trabajan; pensiones de jubilación con el 100% del salario final; prohibir el comercio de vapeadores; devolver la dominancia a la CFE; solamente autorizar concesiones para uso doméstico en zonas con escasez de agua; vivienda para los trabajadores; servicios médicos universales gratuitos.

El titular del ejecutivo señaló que: las iniciativas están encaminadas a modificar “artículos antipopulares” introducidos en el “periodo neoliberal”. En las propuestas subyace el rechazo al mecanismo generador y asignativo que son los mercados nacionales de bienes y servicios.

La idea es sustituir esos engranajes de mercado con entes y/o regulaciones estatales que se encarguen de proveer a la población en México con todos esos satisfactores. Se asume la idea que es posible crear sistemas centralizados para todos esos bienes y servicios que sean funcionales y sostenibles en el mediano y largo plazo. La historia enseña otra cosa.

Esos regímenes ya se intentaron en otros países (por ejemplo, China y el antiguo bloque socialista soviético) y todos fracasaron. En México un buen ejemplo de ello es Pemex. El Dr. Francisco Barnes de Castro, una autoridad en la materia acaba de reportar que la empresa estatal pierde 35 dólares por cada barril refinado. Ninguna otra empresa petrolera en el mundo pierde dinero, solo Pemex. Las razones son diversas, pero en ellas subyace una ideología estatista.

Notoriamente, los cambios sistémicos en aquellas naciones comunistas se debieron al fracaso absoluto de los modelos de negación de derechos de propiedad privada y/o de restricción de la libertad económica. Las metamorfosis fueron en sentido inverso.

Pero además es falso que los mercados sean designios de capitalistas. Los mecanismos de mercado son tan añejos como la civilización. Son fenómenos sociales que se fueron imponiendo por su mayor eficacia asignativa de recursos productivos escasos. Incluso el creador del concepto que ahora denominamos economía fue un filósofo y no un economista. Es verdad que con el avance de esa ciencia se impuso el análisis matemático de sus fenómenos, pero fue en razón de la fuerza explicativa de la lógica simbólica y el innegable valor estadístico de los datos.  

Empero, incluso esos poderosos instrumentos fallan y muchas veces las predicciones económicas no se cumplen. Eso no demerita el análisis matemático de esos fenómenos sociales. Aunque obliga a estar consciente de sus límites.

Uno de ellos es la ausencia del elemento justicia. Toda política pública para ser sostenible en el mediano y largo plazo requiere que se considere en ella la equidad.

Esto último es particularmente complejo. Ya que todos los bienes y servicios declarados como derechos humanos en la Constitución tienen el paradójico destino de salir de los satisfactores guiados por el principio de libertad económica. La trascendencia de esto no es menor. Agrade o no, el hecho social e histórico indiscutible es que el mecanismo de mercado es el que mayor eficiencia genera en la producción de bienes y servicios. Mucho se puede discutir sobre las injusticias sociales que la economía de mercado convoca pero su eficacia ya no está a discusión.

Por lo anterior, no es solución eliminar o depauperar al mecanismo más eficaz en el ánimo de obtener equidad para todos. El problema de fondo es encontrar una fórmula que produzca justicia social sin perder las eficiencias del sistema de mercado. 

POR MIGUEL A. ROSILLO

ABOGADO Y PROFESOR DE DERECHO
@ROSILLO22

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