TRES EN RAYA

Clara, ¿te consta?

Eso hace Clara Brugada. Minimiza el problema de la escasez del agua en el Valle de México, diciendo que no hay crisis y que el agua está garantizada

OPINIÓN

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Verónica Malo Guzmán / Tres en Raya / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

‘Prometer no empobrece, es cumplir lo que aniquila’. Y los políticos tienden a prometer muy a menudo. Doblemente reprobable hacerlo cuando, estando en campaña, ello incentiva a que la gente contribuya a empeorar un mal.

Eso hace Clara Brugada. Minimiza el problema de la escasez del agua en el Valle de México, diciendo que no hay crisis y que el agua está garantizada. Detrás de su promesa se asoma una profunda ignorancia; la crisis hídrica ya existe en la Ciudad de México y en buena parte del país.

El crecimiento poblacional, la sobreexplotación de los acuíferos (así como pretende hacer AMLO con los del subsuelo del… ¡AIFA!), los recortes presupuestales que impactan en falta de infraestructura y mejoras a los sistemas hídricos, de conservación y de mantenimiento de la red nacional, sin olvidar el cambio climático y las sequías, están agudizando la falta de agua. por mencionar un dato: la inversión pública anual promedio de 362 millones de dólares que se tuvo en el sector en el período 2011-2016 se ha reducido a un promedio de 104 mdd en el presente sexenio.

En el país, más de 40 millones de habitantes NO tienen acceso al agua potable, mientras que casi medio millón de personas son hospitalizadas cada año como resultado de enfermedades que se originan precisamente por la escasez de agua (mala higiene, diabetes, deshidratación, infecciones, obesidad).

165 acuíferos de los 635 que se contabilizan en el país están seriamente comprometidos como fuente de abasto; la razón de ello es una combinación de falta de inversión y de graves sequías. Esto es, más del 25% de los acuíferos dejarán de brindar agua a cortísimo plazo y de manera permanente en México. En particular, los acuíferos que abastecen a las grandes metrópolis; en primerísimo lugar al centro del país. Esto, a su vez, impacta en un mayor hundimiento del suelo en la capital y una mayor fragilidad ante posibles terremotos.

Por si esto fuese poco, en la CDMX el crimen organizado aprovecha el desabasto para controlar el suministro de agua por medio de pipas. En Tlalpan e Iztapalapa existe un auténtico “huachicol” de agua. La delincuencia, junto con grupos de habitantes de la zona, controlan los pozos de agua. El tamaño del problema ha sido tal que el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACMEX) tuvo que solicitar el apoyo de la Secretaría de Seguridad Ciudadana y de la Guardia Nacional para cerrar las tomas. Por cierto, ¿cómo va eso?

Decir que la industria es la culpable de la falta de agua, como suele aseverar el gobierno federal (de paso mezclando el concepto ‘industriales’ con ‘empresarios’, con ‘ricos’, con… ), es un absoluto error. El 76% del agua en México es utilizada por el sector agrícola/ganadero (y, de estos, en su mayoría pequeños productores), el 15% en las ciudades (donde se concentra la mayor parte de la población), un 5% por la energía hidroeléctrica y solo un 4% es usada por la industria. Y en ese sentido, decir que la gente, así en general, no debiera pagar lo que el agua cuesta es un desacierto monumental y genera otras muchas externalidades, así como conductas contraproducentes por parte de decenas de millones de personas.

Con esta y otra información igual o más desalentadora, ¿cómo es que Brugada promete que no habrá desabasto? ¿En qué basa sus dichos? ¿Cuál es su plan de inversiones magnas para revertir la crisis existente? Si su posición se sustenta en lo que dijo López Obrador apenas ayer en su mañanera (“se garantizará el suministro de agua en Ciudad de México y Estado de México, y se tendrá un acuerdo con Hidalgo para traerla”) temo informarle que la realidad ofrece otros datos. ¿No fue AMLO quien dijo que extraer petróleo era tan sencillo como perforar el suelo?

La crisis hídrica en el país, pero especialmente en el Valle de México, no se puede tomar a la ligera, así como lo hace la candidata de Morena a la jefatura de gobierno. Precisamente por no tratar el asunto con seriedad (más de 20 años de carecer de un programa generalizado de detección y reparación de fugas) es que administraciones obradoristas nos han metido, o han permitido que nos adentremos, en la trágica situación en la que hoy nos encontramos en la capital del país.

A febrero de 2024, prometer sin sustento, no únicamente es una mala idea, es un sinsentido y una falta de compromiso con el futuro de quienes se dice se busca gobernar.

POR VERÓNICA MALO GUZMÁN

COLABORADORA

VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM

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