APUNTES DE GUERRA

¿El medio es el protagonista?

El activismo puede ser abierto y descarado, o también mustio, vergonzante, pero cuando se mezcla con el periodismo el resultado es igualmente pernicioso, porque termina ocultando, o intentando ocultar, la realidad

OPINIÓN

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Gabriel Guerra / Apuntes de Guerra / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Decía Marshall McLuhan, precursor de los estudios sobre comunicación, que el medio es el mensaje, refiriéndose a que el simple hecho de utilizar un medio (radio, TV, etc) lo hacía tanto o más relevante que aquello que se recibe o consume en ese medio. El medio de comunicación, pues, como protagonista.

Ha pasado el tiempo, pero poco ha cambiado: los medios que elegimos consumir dicen tanto o más acerca de nosotros que las noticias y opiniones que emiten, y en vez de que la multiplicidad de opciones nos amplíe el horizonte, lo restringe.

O lo restringimos, mejor dicho, por esta tendencia a solo leer o escuchar aquellas cosas con las que de antemano sabemos que coincidimos.

Eso ayuda a explicar también el crecimiento de los medios de comunicación -y los comunicadores- que son, en realidad, activistas político-partidistas. Al hacerlo rompen con uno de los preceptos elementales del periodismo, que indica que el reportero y el editor deben presentar toda la información disponible, con el debido contexto, obviamente, pero sin excluir puntos de vista o datos que den el debido balance a lo publicado.

El activismo puede ser abierto y descarado, o también mustio, vergonzante, pero cuando se mezcla con el periodismo el resultado es igualmente pernicioso, porque termina ocultando, o intentando ocultar, la realidad. No confundir, amables lectores, con las páginas de opinión, claramente diferenciadas y dedicadas, esas sí, a presentar puntos de vista.

Es la gran, la fundamental diferencia entre hacer periodismo u opinión, y lamentablemente es cada vez más difusa la frontera que separa a ambos.

Un riesgo adicional, hay que decirlo, es cuando el periodista y/o el medio se vuelven los protagonistas.

Tres casos recientes lo ilustran: el reportaje firmado por Tim Golden en Propublica acerca de un presunto financiamiento del narcotráfico a la campaña presidencial de AMLO en 2006; el reporte del fiscal especial que investigó el manejo de documentos confidenciales por parte de Joe Biden cuando dejó la vicepresidencia; y la entrevista (es un decir) que hizo Tucker Carlson a Vladimir Putin.

En el primer caso, un periodista con  vínculos con la DEA presenta un reportaje que reproduce fundamentalmente los alegatos de agentes y ex agentes de la misma, restando  importancia a cualquier elemento que los contradijera (como ya lo había hecho Golden anteriormente en otro reportaje acerca del general Salvador Cienfuegos, que evitó mencionar los múltiples elementos exculpatorios).

En el segundo caso, el fiscal Robert Hur hace juicios de valor acerca del supuesto deterioro cognitivo del presidente y desata con ello una tormenta.

Y en la “entrevista” Carlson-Putin, el otrora combativo conductor de televisión se muestra dócil y con benévola condescendencia ante el presidente ruso.

Tres botones de muestra de comunicadores (el fiscal, al publicar su reporte también lo es) que olvidaron que su principal obligación es con el público y no con sus fuentes, sus animadversiones o sus admiraciones.

POR GABRIEL GUERRA CASTELLANOS

GGUERRA@GCYA.NET  

@GABRIELGUERRAC

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