Conforme nos acercamos al segundo aniversario de la invasión rusa de Ucrania, el conflicto no muestra señales de que vaya a terminar pronto.
El apoyo por parte de la OTAN hasta este momento se ve firme, pero las elecciones de Estados Unidos en noviembre podrían llevar a un cambio significativo en cuanto al nivel de apoyo a Ucrania a partir de enero de 2025, por lo que Putin parece estar apostando por el largo plazo.
Al paquete de ayuda militar europeo para Ucrania, por 50 mil millones de euros, se le está por sumar otro por 60 mil millones de dólares de Estados Unidos. Estos fondos permitirán a Ucrania pagar salarios y comprar armamento y municiones para continuar resistiendo los embates de las fuerzas rusas.
Una gran cantidad de equipo militar occidental está por llegar a las fuerzas ucranianas, incluyendo aviones de combate, misiles antiaéreos, radares y otras nuevas tecnologías que esperan serán multiplicadores de fuerza.
Además del apoyo material y financiero, la OTAN lanzó a finales de enero el ejercicio militar Defensor Firme 2024 que involucró a 90 mil tropas, 1,100 vehículos y 50 buques desplazados en Europa del Este.
Si bien Rusia consideró a este ejercicio como provocador, decidió no responder de manera simétrica, principalmente porque se encuentra demasiado extendida en cuanto a sus propias capacidades militares.
Rusia ha cavado unos 2 mil kilómetros de trincheras, 7 mil kilómetros de campos minados, 150 mil emplazamientos para equipo, suministros y artillería alrededor de Ucrania, lo que ha convertido esta zona de guerra en una zona de nadie.
Rusia está preparando una ofensiva de primavera para extender el frente hacia la región de Kharkiv y con ello crear las condiciones para una zona desmilitarizada –similar a la que existe entre las dos Coreas– lo que le dará una ventaja estratégica a largo plazo.
Claramente afectada por la guerra y las sanciones de Occidente, Rusia ha encontrado nuevas fuentes de armamento en Corea del Norte e Irán, así como tecnologías de uso dual para su industria de defensa.
Mientras tanto la guerra en Medio Oriente continúa expandiéndose. A la guerra de Israel contra Hamas en Gaza muy probablemente se abrirá un segundo frente dados sus choques con Hezbolá en el sur del Líbano. Este conflicto también se ve que va hacia un largo plazo.
Las guerras de largo plazo son muy peligrosas para la situación de seguridad en México. La semana pasada hubo una emboscada en contra de una patrulla del Ejército mexicano en Jalisco en la que se utilizó una mina terrestre.
Además, se han detectado dispositivos explosivos improvisados y drones cada vez más sofisticados, lo que constituye un cambio de paradigma.
Las guerras –sobre todo las de largo plazo– provocan una reducción significativa de los controles de transferencia de armamento y propician también la proliferación de nuevas tácticas, probadas en combate, que tendrán un impacto directo en las capacidades del crimen organizado en México.
POR IÑIGO GUEVARA MOYANO
DIRECTOR DE LA COMPAÑÍA DE INTELIGENCIA JANES Y ACADÉMICO VISITANTE DEL ATLANTIC COUNCIL, EN WASHINGTON, D.C.
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