COLUMNA INVITADA

Todo el poder

El Instituto Nacional Electoral es otra institución de nuestra democracia que a López Obrador le estorba

OPINIÓN

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Homero Niño de Rivera / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Créditos: El Heraldo de México

Andrés Manuel López Obrador ingresó a la política y al Partido Revolucionario Institucional, siendo muy joven, durante el sexenio del presidente Luis Echeverría. Su modelo de gobierno está inspirado en esa época y, mucho, también, en ese personaje. Como sabemos, en aquel tiempo México vivía bajo un sistema político autoritario, de partido único. En el esplendor de lo que Enrique Krauze llamó “la presidencia imperial”.

El presidente López Obrador ha mostrado durante todo su sexenio añoranza por aquellos tiempos en los que el partido del presidente gobernaba todos los Estados del país, controlaba y disponía a su antojo del Poder Judicial, y prácticamente contaba con la totalidad de los diputados y senadores de la República. La plenitud del poder, una época en la que se hacía lo que el Presidente dijera y punto.

Pero con los años fuimos logrando pasar del país de un solo hombre, a un país con instituciones que tratan de regular y equilibrar el poder. Un sistema en el que el poder se divide en tres, Legislativo, Ejecutivo y Judicial, para que se autorregule y se atempere cualquier intento de abuso.

Y es que la democracia implica que decidan las mayorías, sí, pero con una excepción, un dique indiscutible: que se respete la Constitución. Ni si quiera las mayorías pueden violar la norma fundamental de este país.

Pero a López Obrador le gustaba más como era antes, le gustaría que se hiciera lo que él dijera y que nadie lo cuestionara. Por eso se queja siempre que los otros poderes, tanto el Congreso de la Unión como la Suprema Corte de Justicia de la Nación, no hacen lo que él ordena. Y entonces los acusa de todo. Pero el modelo funciona así precisamente para contener a gobernantes autoritarios como AMLO. Así que cuando el Presidente se queja quiere decir que el modelo está funcionando.

El Instituto Nacional Electoral es otra institución de nuestra democracia que a López Obrador le estorba. A él le gustaría que como en los setenta, las elecciones las organizara el gobierno y que el Presidente mandara ahí también. Pues lo sentimos mucho. Obviamente al INE también lo acusa de todo y ha hecho múltiples intentos por debilitarlo.

Hace unos días el Presidente presentó una serie de iniciativas de reformas legales que van en ese sentido, que buscan debilitar a la democracia: entre otras cosas quiere prácticamente desaparecer al INE, intenta quitarle muchas atribuciones al Poder Judicial, y quiere eliminar a los órganos autónomos que regulan la actuación del gobierno, como por ejemplo el INAI, el instituto que controla la transparencia de la administración pública.

Pero su partido no cuenta con las mayorías en el Congreso que le permitan hacer esos cambios. En este caso sólo busca dejar claro su mensaje, su anhelo antidemocrático: una presidencia imperial que no tenga controles, una presidencia setentera, con todo el poder. 

POR HOMERO NIÑO DE RIVERA

ABOGADO Y EXDIPUTADO FEDERAL

@HOMERONR

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