COLUMNA INVITADA

Futbol y anarquismo...

El futbol tiene dos caras que se excluyen... El anarquismo, se posiciona en dos polos opuestos

OPINIÓN

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Diego Latorre / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

“Ese lugar llamado libro” es una frase bellísima y real; los buenos libros no ofrecen sólo lecturas, sino lugares donde quedarse, y es cierto.

En mi caso, Futbol y anarquismo, de Miguel Fernández Ubiría, me llevó de inmediato a la “Liga del Ajusco”, organizada por exalumnos del Colegio Madrid, en donde el surrealismo y algunas pinceladas de anarquismo se fundían en jornadas sabatinas de futbol, en “canchas” con una inclinación que podría llegar a los 15 grados, con bordes en la línea de meta que afectaban el traslado esperado del balón, y hasta con perros (obstáculos ajenos) que, en muchas ocasiones, salvaguardaron la cabaña del arquero vencido.

Quienes han jugado en esa liga, saben de lo que les cuento, pero bueno, todo esto a la sazón de esta idea al parecer disparatada de que el futbol y anarquismo han sido mundos disociados, si no enfrentados por ser una invención burguesa. 

Para este autor, el futbol ha tenido efectos despolitizantes y alienantes. La hipótesis es concisa: el futbol tiene dos caras que se excluyen entre sí, dígase aquella que lo percibe como un deporte, mientras la otra lo define como un aspecto mercantil. 

El anarquismo, igualmente, se ha posicionado en dos polos opuestos, para unos el juego del balón se consideran una suerte de opio del pueblo, un distractor.

A la inversa existe un amplio sector que ve en el futbol una actividad asociativa, acorde a los principios colectivistas y de apoyo mutuo:

“La revolución necesita, también, de una dosis de diversión”. 

Lo cierto es que, cualquiera que sea la conclusión, el futbol existe y desde sus orígenes interesó a los obreros, quienes se organizaron para jugarlo y fundar sus propios equipos. 

Este libro descubre una cara poco conocida de las confluencias entre futbol y anarquismo, entre otros, en Argentina, Chile, España, México, Italia, Brasil y Uruguay, así como la ruta de numerosos clubes y aficiones vinculadas al anarcosindicalismo, muchos de los cuales aún existen, como el Argentinos Juniors y el Corinthians. 

También ofrece un panorama de equipos e hinchadas más recientes, expresión viva de lo que se denomina “futbol popular” y “futbol alternativo”, que, sin adherirse a la identidad libertaria, defienden la dimensión colectiva, autogestionada y no mercantilista de este deporte, a la vez que se comprometen en distintas luchas sociales y políticas, desde el Sankt Pauli de Hamburgo, hasta la selección del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) cuyas aficiones promueven la defensa de los derechos humanos, la solidaridad, las causas antifascistas, LGTB, y antirracistas. 

Quizá a muchos no les cuadre, pero el color rojo y negro del Atlas, no es casualidad.

Decía Eduardo Galeano: “El futbol es la única religión que no tiene ateos”, y no andaba equivocado. 

En fin, la literatura es “un lugar de paso”, por eso, ya saben: la próxima vez que lean un libro, recórranlo; habítenlo.

POR: DIEGO LATORRE LÓPEZ

@DIEGOLGPN

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