PORTAZO

La política como circo

“Movimiento Ciudadano” tiene —como Morena—el mérito de una encomiable tenacidad política por parte de su fundador, Dante Delgado, quien, a pesar de sus aciertos, ha ido cayendo poco a poco en espacios de frivolidad muy ajenos a su discurso inicial

OPINIÓN

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Rafael Cardona / Portazo / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

“En torno de una mesa de cantina, una noche de invierno…”

Con esas palabras comienza uno de los más conocidos poemas populares de México: “El brindis del bohemio”, del potosino Guillermo Aguirre y Prieto; una emocionada confesión edípica del interminable amor por la madre. Lástima.
No todos honran a sus madrecitas siquiera de tan lírica manera.  

Ahora en la política, la mesa de cantina se ha trasladado a los espacios de los asuntos alguna vez serios, como una propuesta presidencial, y las mesas tabernarias sirven para destapar a un candidato del peoresnadismo etílico (salucita, compadre) o para fanfarronear y desafiar a quien le inspire Baco, con la audacia tartajosa del borracho temulento en un estadio de futbol.

El triste espectáculo del señor Jorge Álvarez, elegido por defección del anterior elegido (dejémoslo sin apellido materno), sigue la farra, al parecer prolongada desde su grotesco destape tequilero, con su protector Samuel García (Fosforito), investido con los ropajes del bufón ejecutivo de Nuevo León, solamente nos muestra cómo muchas cosas se pudren sin haber llegado antes a la maduración. 

Eso le ha ocurrido a una organización política alguna vez prometedora, con innegables aciertos en el camino, cuya historia
merece algo por encima de su actual vocación para el ridículo y la frivolidad.

“Movimiento Ciudadano” tiene —como Morena—el mérito de una encomiable tenacidad política por parte de su fundador, Dante Delgado, quien, a pesar de sus aciertos, ha ido cayendo poco a poco en espacios de frivolidad muy ajenos a su discurso inicial. 

De otra manera no se explica cómo, bajo el pretexto de la novedad y la juventud, se tiró en los brazos de la superficialidad deliberada como herramienta del más burdo pragmatismo donde se hallan lo mismo los tenis fosforescentes o los diamantes negros.

Pero más allá del desastre ideológico de un hombre viejo (físicamente) en bailoteo plantígrado para exhibición de su calzado naranja, naranja; fosfo, fosfo, como si la ideología se llevara en los pies, el tema preocupante es cómo en todos los ámbitos de la política las cosas parecen ir cada vez más por la pendiente del espectáculo.

Al parecer MC quiere seguir “…un mandato generacional, eso que Ortega y Gasset llamaba “el espíritu de nuestro tiempo”, el dios sabroso, regalón y frívolo al que todos, sabiéndolo o no, rendimos pleitesía desde hace por lo menos medio siglo, y cada día más”, como bien nos ha recordado Mario Vargas Llosa en su Civilización del espectáculo, cuyo texto nos hace pensar:

“…En la civilización del espectáculo el cómico es el rey. Por lo demás, la presencia de actores y cantantes no sólo es importante en esa periferia de la vida política que es la opinión pública...”

POR RAFAEL CARDONA

COLABORADOR

@CARDONARAFAEL

MAAZ