COLUMNA INVITADA

Sí puede saberse

Lo cierto es que la propia Sheinbaum responde dichas interrogantes. Como candidata ha sido contundente: su proyecto no es otro que la continuidad; perpetuar y profundizar la obra del actual sexenio

OPINIÓN

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Guillermo Lerdo de Tejada / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

¿Cómo sería la presidencia de Claudia Sheinbaum? ¿Cuál su estilo y prioridades? ¿A qué intereses respondería? ¿Cuál sería su relación con oposiciones y medios; su disposición ante la ley y las instituciones; su actitud ante la crítica ciudadana?

Como si Claudia fuese una nueva especie humana, recién descubierta en una isla perdida a quien es necesario elucidar, y no una política que ha ocupado puestos de primer nivel por un cuarto de siglo, muchos analistas se hacen aquellas preguntas desde el autoengaño; o bien desde unas ganas desesperadas de “esperanzarse”, y de volverse a equivocar por enésima ocasión, esperando el arribo de la socialdemocracia mexicana.

Por su parte, la cuadrilla de propagandistas, igual que en 2018, para tranquilizar a las clases medias intentan barnizar un proyecto autoritario como “moderado”; y para engañar (otra vez) a la progresía urbana proclaman que, “ahora sí”, se trata de la “verdadera izquierda”.

Lo cierto es que la propia Sheinbaum responde dichas interrogantes. Como candidata ha sido contundente: su proyecto no es otro que la continuidad; perpetuar y profundizar la obra del actual sexenio.

“Es que ahorita no puede romper con AMLO, ya que gane cambiará”, dicen los crédulos; pero los hechos dicen otra cosa, pues nada en su trayectoria indica que sería diferente, como nada indicaba en 2018 que Obrador sería un demócrata respetuoso de la ley.

En sus cargos previos no ha dado visos de la dichosa moderación. Su fiscalía inventó delitos a gente inocente para meterla a la cárcel (el infame caso de Alejandra Cuevas); esa misma instancia espía ilegalmente, y su titular quiso reelegirse amenazando a diputados de oposición. 

¿Y su socialdemocracia? Hace 19 años construyó los segundos pisos del periférico, obra multimillonaria que beneficia a la minoría automovilista, pero como jefa de Gobierno descuidó el transporte público –ese que usa la mayoría del pueblo bueno– hasta la máxima negligencia de la Línea 12, tragedia que costó 26 vidas y por la que no hay responsables. 

Sobre su ambientalismo, hablan las hectáreas de humedales destruidos al sur de la ciudad para construir un puente. Cuando diversos grupos ecologistas protestaron, la verdadera izquierda les mandó a los granaderos, igual que hizo contra feministas.

Es el gobierno científico que experimentó con ciudadanos en pandemia, dándoles medicina para caballo.

Más aún, Sheinbaum llegaría atada a la línea de López Obrador, y no sólo por convicción, sino por cruda realidad política.

El aún presidente le está sembrando incondicionales, pavimentando un control transexenal: desde la candidata a jefa de Gobierno capitalina hasta una ministra de la SCJN, pasando por el director del sistema público de radiodifusión.

López Obrador seguirá siendo el líder real y único factor de unidad en Morena, ese movimiento caótico que ahora tiene gobernadores, alcaldes y legisladores.

Y, por su legitimidad intransferible, continuará siendo dueño de las bases sociales y su movilización.

Con la amenaza de una revocación de mandato en 2027 sobre la cabeza, al menos la primera mitad de un sexenio Sheinbaum sería en realidad los años 7 al 9 del gobierno de AMLO.

Pero no hay que ir tan lejos. Claudia ha avalado y promovido con entusiasmo todas las acciones de AMLO; desde ocurrencias como la mega farmacia hasta su estrategia de seguridad; lo mismo los despilfarros del tren maya que el “plan C” para someter al INE y al poder judicial.

Pocas veces ha sido tan claro cómo sería un futuro gobierno.

Sí puede saberse, y quien no quiera verlo se está engañando solo (de nuevo, seis años después).

POR GUILLERMO LERDO DE TEJADA SERVITJE

COLABORADOR

@GUILLERMOLERDO

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