COLUMNA INVITADA

Por las que faltan 

El que una mujer llegue a la Presidencia derriba prejuicios y estigmas muy añejos, en una sociedad con arraigados rasgos discriminatorios y machistas

OPINIÓN

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Créditos: Especial

En un acontecimiento histórico, que marca un antes y un después en la vida política de nuestro país, la Dra. Claudia Sheinbaum asumió oficialmente la Presidencia de México, convirtiéndose así en la primera mujer en ocupar ese cargo. Lo hizo en un escenario en el que los tres Poderes de la Unión estuvieron representados por mujeres. 

El que una mujer llegue a la Presidencia derriba prejuicios y estigmas muy añejos, en una sociedad con arraigados rasgos discriminatorios y machistas. Basta recordar "la chingada" de la que hablaba Octavio Paz, para confirmar ese contexto.

Sin embargo, la llegada de la Dra. Sheinbaum, primera Presidenta de nuestro país, es fruto de una lucha social de hace muchas décadas, una lucha de las mujeres por la defensa y reivindicación de sus derechos cívicos, políticos y electorales. La llegada de la Dra. Sheinbaum también representa esperanza, futuro y progreso. El humanismo mexicano llegó para quedarse y con Claudia llegamos muchas mujeres. Pero también y es justo decirlo, hay pendientes por trabajar en este terreno. 

De acuerdo con el último informe del CONEVAL, alrededor de 24 millones de mexicanas no cuentan con los ingresos suficientes para cubrir, en su totalidad, sus necesidades básicas. Esto quiere decir que, al menos en una de las siguientes dimensiones, enfrentan complicaciones: educación, servicios de salud, alimentación, servicios básicos, alimentación y vivienda. Y si bien durante el sexenio del Presidente López Obrador se avanzó sustancialmente en la recuperación salarial, la brecha salarial entre mujeres y hombres en México, aún es grande. 

Ahora bien, si consideramos que hasta 2023 y de acuerdo con el último censo del INEGI, treinta y tres millones hogares en nuestro país, están encabezados por una mujer; la pobreza en alguna de esas dimensiones afecta a todos los integrantes de un núcleo familiar. De ahí la importancia de los programas sociales implementados en el sexenio anterior y que la Dra. Sheinbaum ampliará y garantizará desde la Constitución, como un compromiso de gobierno. Uno de los más significativos por el tamaño y condiciones de ese segmento, por cierto, es el apoyo para mujeres de 60 a 64 años. 

Las mujeres de origen indígena también enfrentan retos importantes. De acuerdo con el INMUJERES, una de cada diez mujeres en México es indígena. Son ellas quienes enfrentan los mayores niveles de desigualdad en el país, empezando por el tema del ingreso económico. El mismo informe dice que el acceso a la educación sigue siendo un gran pendiente para este grupo de la población. En promedio, una mujer de origen indígena en nuestro país apenas cuenta con 6.9 años de escolaridad, lo que implica que difícilmente pueden rebasar sus estudios de secundaria, por múltiples causas. 

La entrega del Bastón de Mando a la Dra. Sheinbaum, por parte de mujeres indígenas de Michoacán, es un voto de confianza a su mandato, pero sobre todo un compromiso asumido para velar por los derechos de las niñas, jóvenes, madres y abuelas indígenas; que tanto han trabajado por sus comunidades, impulsando el desarrollo de las mismas con proyectos de economía, alimentación y educación autosuficiente. Por ello, en el plan de gobierno y en los cien compromisos expresados en la Plancha del Zócalo capitalino, la Presidenta hizo énfasis en el trabajo que se realizará para la atención de las causas que han marginado a las mujeres indígenas de México. 

Es tiempo de mujeres, es cierto. Con la primera Presidenta de México hemos llegado muchas más mujeres a cargos de responsabilidad pública y lo anterior, abrirá brecha para las nuevas generaciones que nos preceden. Pese a ello, no debemos olvidarnos de las que faltan, de aquellas mujeres que todavía enfrentan condiciones de pobreza, violencia, discriminación o injusticia. El inicio de este sexenio es momento ideal para hacer pausa y reflexionar sobre los pendientes que tenemos, como sociedad y como mujeres mexicanas.

Por: Leonor Gómez Otegui

Colaboradora

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