COLUMNA INVITADA

Lo histórico con la presidenta

Mucho hay que hablar de la toma de protesta de Claudia Sheinbaum como presidenta de México, sobre todo de la propia excepcionalidad del hecho en cuanto a un antes

OPINIÓN

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Ignacio Anaya / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Mucho hay que hablar de la toma de protesta de Claudia Sheinbaum como presidenta de México, sobre todo de la propia excepcionalidad del hecho en cuanto a un antes y un después de lo que será la experiencia del país con la primera mujer presidenta. ¿Es o no histórico? Varios lo han afirmado, otros lo han negado. Se suele pensar erróneamente que para ser parte de la historia (en esencia, aparecer dentro de la narrativa histórica) se necesita una separación entre el pasado y el presente, de tal manera que "pase" un tiempo.

Ese es, a fin de cuentas, un pensamiento heredado del siglo XIX, en donde se buscaba hacer de la disciplina histórica una ciencia, lo cual implicaba, entre otras cosas, tomar distancia del objeto de estudio. No obstante, la realidad contemporánea muestra que el pasado no puede quedarse estático, así como un genio nunca está atrapado en su lámpara por toda la eternidad. Siempre hay alguien que lo libera de esa prisión, pero jamás en su totalidad.

Dicho esto, ¿se puede afirmar que algo del presente sea histórico? Tal pregunta cobra relevancia cuando se añade la condición presentista de la actualidad del historiador François Hartog, en la cual la inmediatez domina la percepción temporal de las personas y los acontecimientos son rápidamente consumidos e historizados.

Lo histórico se sitúa en el plano de un valor temporal que es otorgado por la sociedad y calificado como tal. Es aquello temporalizable que juega con el antes, el ahora y el después. La presidencia de Claudia Sheinbaum es histórica para la población mexicana al encontrarse en un momento sin precedentes en el ámbito nacional, marcado por una mujer dirigiendo el poder ejecutivo.

Es la primera presidenta de México, afirmación que es solo posible afirmar a partir de una observación del ayer y bajo la necesidad de hacer ya histórico el presente. No obstante, también implica nuevas proyecciones e imaginarios de cara hacia el futuro. ¿Tendrán mejores oportunidades los grupos que antes era marginados? Se abren posibles escenarios que tal vez solían verse más complicados y, paralelamente, continúan las incertidumbres y los miedos (el cambio climático) sobre el porvenir que tanto caracterizan a occidente.

Hay que aclarar un aspecto fundamental para pensar esta reflexión: que algo sea histórico no implica que sea revolucionario. Es cierto que la llegada de Claudia Sheinbaum significa que por primera vez en la historia de México una mujer y académica tomará las riendas de la nación. Al mismo tiempo, está en su administración romper con las estructuras tan criticables (patriarcado, corrupción, inseguridad, desigualdad y muchas más) que siguen vigentes, pensando en las proyecciones a futuro que surgen. Solo así se podrá hablar de una verdadera distinción con las administraciones anteriores. Es una gran responsabilidad que no se puede medir en estos momentos, por más presentista que sea la sociedad.

POR IGNACIO ANAYA

COLABORADOR

@Ignaciominj

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