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Claudia y el 2º piso de la 4T

La presidencia de Claudia Sheinbaum tuvo en su día inaugural una brillantez que acompañó a sus dos discursos emotivos y sustanciosos

OPINIÓN

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Eduardo R. Huchim / Omnia / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La presidencia de Claudia Sheinbaum tuvo en su día inaugural una brillantez que acompañó a sus dos discursos emotivos y sustanciosos, uno matutino ante el Congreso de la Unión y otro, vespertino, en el Zócalo de la Ciudad de México. Recibió primero la investidura formal y luego el simbólico bastón de mando de la colectividad indígena.

El día inaugural de la primera presidenta en la historia de México fue cobijado en la mañana con la presencia del presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador, quien recibió de la mandataria un homenaje por ser “el mejor presidente de México” y una despedida afectuosa: “Ha sido un honor luchar con usted. Hasta siempre, hermano, amigo, compañero…” El tiempo dirá cómo se desarrolla la relación entre el carismático líder y su heredera, pero la posibilidad de un supuesto maximato parece lejana.

Tanto en el Congreso como en el Zócalo, Sheinbaum dijo y reiteró que su gobierno adopta y dará continuidad al proyecto creado por AMLO. El discurso en la Cámara de Diputados, presidida por la icónica Ifigenia Martínez, se caracterizó por su solidez política, pero hubo una omisión lamentable, al no hacerse una mención explícita de la oposición ni aludirse a la pluralidad existente en la nación mexicana.

Sheinbaum fue calumniada gravemente por Xóchitl Gálvez, candidata presidencial del PAN, PRI y PRD, y un sector de los usuarios de redes sociales no paran de agraviarla, por lo cual la omisión podría deberse a resabios de aquellos lodos. Comoquiera, es deseable que ignorar a la oposición no se convierta en una práctica habitual del nuevo gobierno ni de la mayoría morenista en el Congreso.

Otra omisión en el discurso fue el drama de los desaparecidos y de sus familiares, sobre todo sus madres, que los buscan con inagotable esperanza. En contraste, debe anotarse la pertinencia de la disculpa pública por los crímenes del Estado en 1968, presentada el 2 de octubre por la talentosa secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, en presencia de la presidenta y de un notable protagonista del movimiento del 68, Pablo Gómez Álvarez, hoy titular de la UIF.

 Por otra parte, los cien compromisos enumerados después de la ceremonia en el Zócalo, constituyen un ambicioso conjunto de obras y servicios que prefiguran avances muy importantes en la construcción del segundo piso de la 4T, como Claudia Sheinbaum ha denominado a las metas de su gobierno. La pregunta inquietante es de dónde provendrán los recursos necesarios para su materialización, en circunstancias en que el equilibrio de las finanzas públicas es frágil.

¿Se prepara una reforma fiscal para aplicar en algún momento del sexenio? Aunque sin duda habría resistencia de los grandes contribuyentes, la necesidad de tal reforma es evidente e iría en consonancia con algo que está convirtiéndose en un clamor internacional: gravar las grandes riquezas. Es un tema que demanda abordamiento posterior.

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Una aportación inmanente y explícita de Claudia Sheinbaum a la democracia nacional es el empoderamiento y la visibilización de quien nunca debió ser subestimada: la mujer mexicana, tradicionalmente limitada a tareas domésticas y al cuidado de los hijos. Sólo en tiempos relativamente cercanos, fue aceptada en ámbitos ajenos al hogar y, posteriormente, su participación arribó al sector público, incluso con puestos de primera importancia como gubernaturas y secretarías de Estado.

Cito dos ejemplos de la invisibilización relativa, durante décadas, de la mujer mexicana: En las paredes de San Lázaro brillan con letras doradas 77 nombres de personas, instituciones y frases. Entre las 77 inscripciones hay 59 hombres y sólo 7 mujeres: Leona Vicario, Josefa Ortiz de Domínguez, Mariana Rodríguez del Toro Lazarín, Antonia Nava, Carmen Serdán, Margarita Maza de Juárez y Sor Juana Inés de la Cruz.

Un segundo ejemplo es el de la Secretaría de Gobernación, donde las paredes de la antesala de la oficina principal están cubiertas mayoritariamente de retratos de varones que la han encabezado. El “Club de Tobi” de Bucareli, que seguramente no es el único en México, llegó a su fin con el nombramiento que López Obrador hizo de una secretaria, Olga Sánchez Cordero, a quien sucedió Luisa María Alcalde Luján. El pasado 1 de octubre, otra mujer, Rosa Icela Rodríguez Velázquez, se convirtió en la tercera titular en toda la historia de la Secretaría de Gobernación.

Con Claudia Sheinbaum, la mujer mexicana alcanza la cúspide del poder, después de que se logró la paridad de género en las Cámaras del Congreso y de que AMLO, vía el Senado, nombró a cuatro mujeres para la Suprema Corte. Muchos creemos que el carácter primigenio de la actual mandataria no será el único hecho histórico que habrá en su gobierno.

POR EDUARDO R. HUCHIM

COLABORADOR

@EDUARDORHUCHIM

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