COLUMNA INVITADA

“Solo lo que se nombra existe”

Es por eso que, desde entonces, he luchado para que otras personas, especialmente aquellas de las comunidades no binarias, también tengan ese derecho

OPINIÓN

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Itziar Gómez / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Recuerdo con claridad el momento en que decidí nombrarme a mí misma como mujer lesbiana. No fue fácil. Durante años, había vivido en una especie de limbo, sin atreverme a nombrar en voz alta mi orientación sexual, como si el no nombrarla la “ocultara” o la hiciera menos real. El momento en que dije en voz alta: "Soy una mujer lesbiana", mi mundo cambió. No fue simplemente el acto de aceptarme; fue un acto de amor y de orgullo por verbalizar una parte importante de quién soy. Ponerlo en palabras me permitió reclamar mi lugar en el mundo, un lugar que ya existía, pero que yo misma había callado. El lenguaje tiene ese poder: nombra, reconoce y da existencia.

Es por eso que, desde entonces, he luchado para que otras personas, especialmente aquellas de las comunidades no binarias, también tengan ese derecho. Porque no se trata solo de una palabra o un pronombre, se trata de existir ante los ojos de los demás, pero sobre todo de los propios. Cuando no te nombran, es como si no estuvieras. Esa ha sido la realidad de muchas personas a lo largo de la historia, invisibilizadas en el lenguaje y, por lo tanto, en la sociedad.

Cuando Claudia Sheinbaum pronunció en su discurso de toma de protesta que "solo lo que se nombra existe", no pude evitar reflexionar sobre el poder transformador de esas palabras pronunciadas por la que es la primera presidenta de México, desde un punto puramente lingüístico, sin dejar de tener presente la frase de Thomas Mann que dice que “toda es política”.

Desde la perspectiva del lenguaje, "nombrar" es un acto que va más allá de la simple designación de una palabra o concepto. Nombrar es dar existencia, es hacer visible aquello que antes era invisible. La frase de Sheinbaum se fundamenta en raíces filosóficas profundas que resuenan con la teoría de la performatividad del lenguaje de Judith Butler, una de las mayores pensadoras del rol de la mujer. Butler argumenta que el lenguaje no solo refleja la realidad, sino que la crea. Cuando nombramos a alguien, le otorgamos un lugar en el mundo, en la historia, en la sociedad. Este es el poder que tiene el lenguaje inclusivo y el reconocimiento que brinda.

La afirmación de Sheinbaum refleja una noción arraigada en los estudios del lenguaje: el acto de nombrar es el primer paso para darle existencia a algo en la conciencia colectiva. En la tradición filosófica, pensadores como Ludwig Wittgenstein y Ferdinand de Saussure han explorado cómo el lenguaje no solo refleja la realidad, sino que la moldea. Wittgenstein, por ejemplo, postuló que los límites de nuestro lenguaje son los límites de nuestro mundo, lo que significa que aquello que no podemos expresar verbalmente se vuelve, en muchos sentidos, invisible para nuestra comprensión.

Al invitar a la sociedad a utilizar términos como "presidenta", "científica" o "soldada", Sheinbaum está reclamando el espacio para las mujeres en estos roles. Este acto lingüístico no es menor. Desde la filología, sabemos que el lenguaje tiene el poder de definir lo que es visible y lo que no lo es. La historia ha sido escrita, en su mayoría, por hombres cisgénero. Al reivindicar estos términos, Sheinbaum abre la puerta para que nuevas generaciones de niñas puedan imaginarse en roles de liderazgo y poder, algo que no es posible si no se les otorga un nombre.

Pero este poder de nombrar va más allá de las mujeres. La lucha por el reconocimiento de las personas no binarias en el lenguaje es también una lucha por su existencia. En mi propia experiencia, he visto cómo el uso de pronombres y términos no binarios puede cambiar la forma en que una persona es percibida y reconocida. El lenguaje inclusivo no es una moda ni un capricho; es una herramienta fundamental para el reconocimiento y la dignidad de las personas.

Sheinbaum también hizo un reconocimiento importante en su discurso a las "mujeres invisibles". Las trabajadoras del hogar, las mujeres indígenas, las bisabuelas que no tuvieron acceso a la educación, todas aquellas que han sido silenciadas a lo largo de la historia. Hay una frase de la autora estadounidense Alice Walker, quien dice justamente que “la forma más común de que la gente renuncie a su poder es creyendo que no tiene ninguno”.

Al nombrar a estas mujeres, antes “invisibles”, Sheinbaum les dio un lugar en el imaginario colectivo y les dio poder. Es un acto simbólico con fuerza que les otorga la visibilidad que se les ha negado por generaciones. Al mencionarlas, Sheinbaum les devuelve su existencia, su dignidad. Para mí, que he luchado por la visibilidad de las personas queer y no binarias, este reconocimiento significa un paso importante.

Pero hay una parte que quedó fuera de ese acto de nombrar: las mujeres desaparecidas. Las mujeres que no llegaron, las que siguen siendo buscadas por sus familias. Porque no llegamos “todas”. Hay miles de mujeres en México que siguen desaparecidas, cuyos nombres son clamados por sus madres, hermanas, hijas, día tras día. Nombres como Debanhi Escobar, Fátima Quintana y María Fernanda Contreras. Detrás de ellas hay miles de nombres más, de niñas y mujeres cuyos rostros no han aparecido en las noticias, pero cuya ausencia resuena cada día en sus hogares. Ellas también merecen ser nombradas, para que su ausencia no se convierta en olvido.

 

Sin embargo, es relevante también señalar que, aunque Sheinbaum utiliza el lenguaje de manera consciente para visibilizar a las mujeres, queda pendiente su apuesta por la inclusión de las personas no binarias. Igualmente, su historial político en la Ciudad de México no siempre ha reflejado en acciones su compromiso. Durante su gestión como Jefa de Gobierno, hubo momentos en los que su respuesta a las demandas de los movimientos de mujeres no fue congruente con el poder que ahora otorga al lenguaje. Y aunque el discurso inclusivo es un paso importante, las palabras son solo el comienzo y las acciones son las que demostrarán su verdadero compromiso.

El análisis lingüístico de su discurso nos muestra cómo el lenguaje puede ser una herramienta de poder y de transformación. Al nombrar lo invisible, Sheinbaum da un paso hacia la creación de una realidad más justa y equitativa que esperemos que no solo se quede en la retórica.

Y aunque el análisis aquí presentado es puramente lingüístico, no podemos ignorar que el acto de nombrar puede ser el primer paso hacia una transformación social más profunda…Para las mujeres, para las personas no binarias y para aquellas personas que antes no tenían nombre y que ahora han sido nombradas.

El poder de nombrar va más allá de la semántica: es un acto de reconocimiento, de existencia. Cuando Claudia Sheinbaum afirma que "solo lo que se nombra existe", nos está recordando el inmenso poder que tiene el lenguaje para cambiar el mundo.

Ojalá que ese compromiso que mostró en las palabras se convierta en acciones contundentes. Porque lo dijo bien, en el tiempo de mujeres, “llegaron ellas, todas ellas, que nos pensaron libres y felices.”

POR ITZIAR GÓMEZ JIMÉNEZ
DIRECTORA DE AGENCIA DE COMUNICACIÓN PLASMAR

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