REPÚBLICA H

La Comandanta

Aunque las reglas han sido escritas por hombres durante siglos, las mujeres estamos listas para cambiarlas

OPINIÓN

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Sofía García / República H / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Más de 200 años tuvieron que transcurrir para que México tenga, por primera vez en su historia, a una mujer al frente de la Presidencia. Sesenta y cinco hombres han ostentado el Poder Ejecutivo, tejiendo con sus manos los destinos del país, siempre desde una misma perspectiva: la del poder por el poder.

Este 17 de octubre se cumplirán 71 años desde que las mexicanas obtuvieron el derecho a votar y ser votadas. Un logro que hoy parece natural, pero cuya conquista implicó la lucha constante de miles de mujeres. Mujeres que, desde sus trincheras, rompieron las barreras de la exclusión política y pavimentaron el camino para que hoy todas tengamos la posibilidad de participar en la vida pública de la nación.

Ahora, con Claudia Sheinbaum como presidenta, el país enfrenta un cambio trascendental. Pero el desafío no es sólo el de dirigir un México polarizado o una sociedad global aún sacudida por las secuelas de la pandemia de COVID-19. El verdadero reto de Sheinbaum será demostrar que las mujeres no sólo pueden gobernar, sino que lo harán enfrentando juicios más duros, como tantas otras mujeres en posiciones de poder.

La Comandanta, como muchas otras mujeres líderes, será observada con lupa. No será juzgada por su capacidad para tomar decisiones ni por sus estrategias de gobierno, sino por los aspectos más superficiales y crueles que la sociedad ha reservado históricamente para las mujeres en el poder: su vestimenta, su tono de voz, su apariencia, e incluso su vida privada. Durante décadas de gobiernos encabezados por hombres, esto no fue tema. En el largo reinado del priismo, nunca se cuestionó la herencia del poder, los “dedazos”, ni las formas en que se ejercía la autoridad. Todo era aceptado, porque eran hombres. Ahora, con una mujer al frente, el escrutinio será implacable.

Pero Sheinbaum no es cualquier presidenta. Es una mujer con una trayectoria científica y política que ha sabido navegar en un ambiente históricamente masculino. Tendrá que demostrar, una vez más, que “cuerpo de mujer” no es sinónimo de limitación, ni mucho menos de ausencia de conciencia de género. Y aunque ella misma ha mantenido una postura donde el feminismo no es su bandera principal, las expectativas de muchas recaen sobre su liderazgo.

El camino para las mujeres en el poder no ha sido fácil. La sociedad parece requerir que una mujer en el poder actúe como un hombre para considerarla “capaz”. Pero los tiempos han cambiado.

El liderazgo de una mujer no sólo implica avanzar una agenda feminista. No se trata únicamente de beneficiar a las mujeres, sino de transformar la vida de todas y todos. En la presidencia de Sheinbaum se deberán priorizar políticas públicas que impulsen el desarrollo equitativo: presupuestos enfocados en mejorar las oportunidades para mujeres y hombres por igual, licencias de paternidad que fomenten la crianza conjunta, igualdad salarial y obras públicas que garanticen la seguridad para todos, sin distinciones.

Cada vez más mujeres acceden a puestos de toma de decisiones: gobernadoras, regidoras, diputadas, senadoras, alcaldesas, empresarias, ingenieras, periodistas... La lista sigue creciendo. Y con cada nuevo paso, la sociedad —con su estructura profundamente masculina— está aprendiendo a adaptarse a esta nueva realidad.

Hoy, una niña mexicana puede soñar con llegar a ser presidenta, con la certeza de que ese sueño es posible.

Tenemos que reconocer, coincidamos con ella o no, que con Claudia Sheinbaum, no sólo hemos roto un techo de cristal, sino que hemos demostrado que, aunque las reglas han sido escritas por hombres durante siglos, las mujeres estamos listas para cambiarlas.

Nos vemos a las 8 por el 8

POR SOFÍA GARCÍA

COLABORADORA

@SOFIGARCIAMX

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