El avance inevitable del neoliberalismo propició un nuevo Sistema Democrático liberal, teniendo como columnas vertebrales la Democracia y los Derechos Humanos y, como fin último del Sistema, la acumulación del gran capital en unas cuantas manos.
Se perdieron los combates ideológicos y la lucha partidista se ciñó a mantener la economía global en sus términos de inequidad y mezquindad, de tal suerte que la oferta política no discute el Sistema de Mercado, sino solo su gradualidad.
El mundo que vivimos se rige por la riqueza individualista, por lo que, cualesquiera que sea el resultado electoral, los más ricos –como hasta hoy— seguirán siendo más ricos. Las elecciones en México no cambian este panorama, sino simplemente enfocan de manera diferente el Sistema.
La Cuarta Transformación se autoproclama a favor de los pobres y de un cambio estructural, pero las relaciones de producción siguen siendo las mismas y sus resultados obedecen a las causas de este modelo económico.
La elección se va a centrar en las emociones que despierten los candidatos y en el ruido atronador de las matracas y sus porras, de falsos profetas chicos y grandes; y los comicios se darán acentuando la división que hoy, lamentablemente, sufrimos en México.
No obstante, el tema principal que oriente a los votantes será el cómo afrontar una sociedad, que está amenazada por el crimen, el cual se ha empoderado –de manera brutal— de territorios, instituciones y relaciones sociales; el tema de la campaña deberá ser cómo librar la batalla contra la delincuencia.
Este mes de enero –desde el punto de vista jurídico— establece un paréntesis a partir del día 19 y hasta el 29 de febrero para reflexionar, pues las verdaderas contiendas comiciales iniciaran hasta el 1 de marzo.
La oposición está obligada a presentar una plataforma de propuestas que tenga lucidez y que sean realizables en el corto y el mediano plazo; la emoción que despierten en quienes no simpatizan con el gobierno actual, será la que determine su éxito o fracaso.
En cualquier caso, estas semanas nos permitirán analizar –a mayor profundidad— cómo debemos votar, porqué debemos votar y por quién debemos votar. De la fuerza que emane de esta esperanza, para tirios o para troyanos, será el aspecto fundamental que decida la elección, pues todavía no podemos dar por ganador ni al oficialismo, ni a la oposición.
La tarea Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum será despertar el coraje, el ánimo que impulse a los ciudadanos, a entender que, el voto que depositen en la urna será definitivo para el porvenir de nuestra nación.
Enero debe darnos la luz para definir nuestro camino, analicemos a los candidatos a todos los puestos de elección popular, comparemos su talento, su experiencia, su honradez y su capacidad. Lo único que no podemos hacer es asistir como borregos sin principios, ni destino, a las urnas; ni tampoco podemos refugiarnos en nuestras casas, dándole mayor impulso a la abstención electoral, que a nada nos conduce.
Preparémonos a votar con convicción, con esperanza y con la certeza de que, lo que hacemos está en congruencia con lo que pensamos del futuro de nuestra nación.
POR ALFREDO RÍOS CAMARENA
CATEDRÁTICO DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNAM
PRESIDENTE DEL FRENTE UNIVERSITARIO LATINOAMERICANO (1958-1962)
VICEPRESIDENTE DE LA SOCIEDAD MEXICANA DE GEOGRAFÍA Y ESTADÍSTICA
MAAZ