COLUMNA INVITADA

México ante el choque de civilizaciones

La política exterior de México es profesional, pero opera bajo premisas de un mundo que ya no es el de hoy

OPINIÓN

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Claudia Ruiz Massieu / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En 1989, Francis Fukuyama publicó El fin de la historia, un influyente texto donde afirmó que la conclusión de la Guerra Fría traería el “final de la evolución ideológica de la humanidad y la consagración de la democracia liberal occidental como la forma última de gobierno”. Fukuyama sostenía que los dos enemigos de las democracias, el comunismo y el fascismo, habían sido derrotados y desacreditados. El futuro sería cosmopolita, afianzado en un amplio consenso liberal.

En 1993, Samuel Huntington escribió otro influyente análisis, con implicaciones distintas. En El choque de civilizaciones anticipó que, tras la caída de la Unión Soviética, los conflictos globales continuarían, pero en lugar de estar protagonizados por Estados nacionales serían disputas entre grupos culturales, “civilizaciones” irreconciliables entre sí y a la vez aglomeradas internamente en torno a elementos excluyentes como idioma, religión o sus valores tradicionales.

Hasta la primera década del siglo XXI, la realidad parecía haber dado la razón a Fukuyama: la democracia se convirtió en la forma de gobierno más difundida; se consolidaron el multilateralismo, el comercio libre y la globalización. El llamado “orden liberal basado en reglas” triunfaba, con apenas algunos asomos de nacionalismos o fundamentalismos religiosos debilitados.

México supo definir objetivos claros y encontrar un espacio conveniente en ese mundo “fukuyaniano”. Nos integramos al bloque de América del Norte mediante el TLCAN, mientras negociamos acuerdos comerciales con todas las otras regiones; consolidamos nuestro activismo y liderazgo en los foros multilaterales más relevantes; tuvimos una transición democrática pacífica e incorporamos al orden constitucional la protección internacional de los derechos fundamentales. 

No obstante, en los últimos años la realidad ha virado hacia dinámicas más “huntingtonianas”. Las identidades excluyentes, fundadas en pertenencias religiosas, étnicas o culturales, regresan con fuerza, causan guerras y desplazan al universalismo liberal en todo el planeta. Esto se ha traducido en el resurgimiento de populismos autoritarios, lo mismo en América Latina que en Europa, los cuales borran las coordenadas tradicionales de izquierda–derecha y confluyen en agendas como la antiinmigración, el anticapitalismo, la negación de la ciencia (desde el cambio climático hasta las vacunas), y de manera particularmente alarmante, el cuestionamiento a la democracia misma.

México no tiene aún una estrategia para encarar estas transformaciones. Ni para ser parte de la defensa del orden liberal, ni para afrontar los avances del aislacionismo iliberal global, fenómeno cuya duración o profundidad aún desconocemos, aunque sin ir muy lejos nuestro principal socio, Estados Unidos, ya sufrió sus efectos y puede volver a padecerlos en 2024, con una nueva presidencia de Donald Trump. Nuestra política exterior es profesional, pero opera bajo premisas de un mundo que ya no es el de hoy. Frente a estas realidades, debemos plantearnos algunas preguntas:

¿Cuáles son nuestros intereses de Estado y objetivos de largo plazo, por encima de partidos e ideologías? ¿Qué papel queremos desempeñar en la comunidad internacional? ¿Cuál va a ser nuestra estrategia? ¿Cómo defender, junto a nuestros aliados y desde los mecanismos multilaterales, el paradigma democrático en el que hemos prosperado? ¿Cómo relacionarse con pragmatismo, pero sin renunciar a nuestros intereses, con los países que no comparten los valores liberales? ¿Cómo interpretar nuestros principios a la luz de las nuevas dinámicas globales?

Responderlas es una responsabilidad de Estado que debemos asumir con toda seriedad. Es momento de (re)definir nuestro lugar, objetivos e intereses en este mundo cambiante.

POR CLAUDIA RUIZ MASSIEU

SENADORA DE LA REPÚBLICA

@RUIZMASSIEU

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