A poco más de un mes de iniciado el 2023, Medio Oriente enfrentaba catástrofes naturales y atendía reajustes diplomáticos.
En febrero, un terremoto y sus réplicas dejaron cerca de 50 mil muertos, en el sureste de Turquía y el noroeste de Siria.
La magnitud del desastre abrió el camino para que más de una década después de su destierro de la Liga Árabe, Siria regresara oficialmente el 19 de mayo en Jeda, con la presencia del presidente sirio Bashar al-Asad en la cumbre anual de la Liga Árabe.
La presión internacional contra Damasco no disminuyó, como demuestra la orden de detención dictada por los tribunales franceses contra Asad el 15 de noviembre.
Por su parte el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, tras reconciliarse en el plano exterior con Emiratos y Arabia Saudita, se reapropió de la cuestión de los refugiados sirios en la escena local y en medio de una campaña presidencial impregnada de racismo y xenofobia obtuvo la victoria.
Otros desastres, como el terremoto en Marruecos y las inundaciones en Libia en septiembre, revelaron la fragilidad de la cooperación regional y la tensión entre Rabat y París.
Por otra parte, en el plano político-militar, el intercambio de prisioneros entre Irán y Estados Unidos fue nota; a ello se sumó el inédito inicio de un acercamiento entre Arabia Saudita e Irán, y la entrada en el escenario en la región de China.
Pero fue en el eje árabe-israelí donde ocurrió el verdadero punto de inflexión, en un panorama internacional que se ha vuelto aún más complicado por sus polarizaciones.
El 7 de octubre, Hamas lanzó una triple incursión sorpresa en Israel desde la Franja de Gaza, matando a casi mil 150 personas y tomando como rehenes a más de 240.
En represalia por la Operación Inundación de Al-Aqsa, Israel ha bombardeado diariamente el enclave palestino matando hasta ahora a alrededor de 21 mil 978 personas, en su mayoría mujeres, adolescentes y niños.
De los 22 países árabes, sólo Líbano, Irak y Yemen se han involucrado militarmente en el asunto, aunque no por propia voluntad de sus gobiernos.
El 26 de diciembre milicias huthíes yemeníes se atribuyeron un ataque con drones contra el sur de Israel y un ataque con misiles contra un barco comercial en el Mar Rojo.
Por su parte, el Hezbolá libanés prolonga el juego ofreciendo a Benjamín Netanyahu la oportunidad de cumplir su amenaza de destruir a Líbano y de salvarlo así de la debacle política en Israel. Hace unos días, su gobierno advirtió que su guerra continuará "a lo largo" de 2024.
Estos y otros eventos de 2023 deben colocarse en un contexto más amplio, para entender tanto su naturaleza como lo que está en juego en la evolución geopolítica de la región.
POR MARTA TAWIL
INVESTIGADORA DE EL COLMEX
EEZ