COLUMNA INVITADA

Joe Biden, jefe de campaña de Donald Trump

Como la nuestra, la elección presidencial de Estados Unidos en este 2024 quizá no tenga muchas sorpresas

OPINIÓN

·
Javier García Bejos / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Como la nuestra, la elección presidencial de Estados Unidos en este 2024 quizá no tenga muchas sorpresas. La narrativa en medios y los rumores de pasillo entre las cúpulas políticas y económicas de ese país y de fuera, ya anticipan una segunda presidencia del magnate neoyorkino. En las primarias de su partido, que se desarrollan mientras escribo estas líneas, todo indica que el expresidente se hará con la nominación de su partido, algo que para muchos era más que obvio dada la enorme popularidad del republicano.

Lo que sí ha sido una sorpresa para propios y extraños es que el cuarto de guerra de la campaña presidencial de Donald Trump para 2024, se estableció de manera prematura hace casi dos años en el 403 S Capitol St SE, en Washington. Sí, en la sede del Partido Demócrata, que involuntariamente y en una tristísima exhibición de su evidente decadencia le han allanado el camino a su rival en un burdo intento por desacreditarlo y cerrarle el paso para un segundo mandato.

Hasta ahora, ninguno de los casos judiciales emprendidos por la administración Biden en contra del expresidente han siquiera rasguñado la imagen cuasi mesiánica que él ha construido sobre sí mismo y que sus más fieles seguidores creen a pie juntillas. A la par de esta mitología alrededor de su personaje como político, está la siempre funcional y efectiva narrativa del mártir y el complot.

Para él, y para sus votantes más convencidos, Trump es víctima de un sistema que no lo quiere en el poder porque su sola presencia y sus idea políticas “revolucionarias” prometen romper el statu quo de una clase política y empresarial que ha claudicado a su obligación con los grandes “valores” de esa “América” que el neoyorkino quiere hacer grande otra vez. El coro que siempre acompaña a los mítines de este político sui generis se ha convertido en el himno de la reivindicación de “América the beautiful”: ¡USA!, ¡USA!, ¡USA!, grita la multitud fiel y enardecida que lo sigue desde hace casi 10 años. La épica está puesta sobre la mesa, y el público estadounidense es muy afecto a ella.

A los de la casa de enfrente no les ha quedado de otra más que tratar de probar, por todos los medios legales posibles que Trump es un hombre corrupto, mentiroso, incitador del caos, un peligro para la democracia y para el mundo. No sabemos si los argumentos de los demócratas en contra del republicano sean solo ideas descabelladas cuyo único objetivo sea anular a Trump políticamente, o si se trata efectivamente de casos sólidos en contra del empresario, pero dado el estado actual de cosas, y ante la trágica ausencia de liderazgos en el partido que actualmente comanda el despacho oval, esta estrategia reactiva está condenada al fracaso.

La popularidad de hierro de Trump, los tiempos electorales y el entramado legal de Estados Unidos propician que incluso en el peor escenario judicial para el futuro candidato republicano, si gana las elecciones, nada le impediría ser presidente.

El Partido Demócrata se ha conducido a sí mismo y por sus propios méritos a un papel de irrelevancia policía con una estrategia apuntalada únicamente a desacreditar a un rival muy superior. A estas alturas y con su mordaz y cínico sentido del humor, Trump bien podría mofarse de sus oponentes diciendo que el presidente Joe Biden es el jefe de su campaña.

POR JAVIER GARCÍA BEJOS

COLABORADOR

@JGARCIABEJOS

MAAZ