No importa qué datos y promesas se hagan desde la cúpula del gobierno, los enfermos de cáncer siguen muriendo. En el diagnóstico Programa Nacional de Adquisiciones 2024, del Seguro Social, se hace notar la obsolescencia de sus equipos. Especial mención se hace en la programación de los aceleradores lineales de partículas y cómo esto se refleja en los resultados: 330 personas diariamente fallecen debido al mal funcionamiento de radioterapia. ¡330 muertos diariamente!
El IMSS cuenta con 10 equipos de radioterapia en el país, con 30 aceleradores lineales de diferentes energías, para atender a pacientes con cáncer y el instituto requiere cuando menos sustituir todos los equipos que tienen, en conjunto, un valor entre 11 y 12 mil millones de pesos: “…los equipos actuales están fuera de servicio, ya que las refacciones y el software son caros, de difícil acceso o ya han cumplido su vida útil”.
¿A quién le interesa que mueran 330 personas cada día? Parece ser que a nadie. Lo importante es perforar con columnas de hierro y concreto los cenotes de la península maya, contaminar sus aguas para que un día, cada vez más lejano, un tren intente recorrer más de un mil 500 kilómetros a una velocidad de 40 o 60 k/h para no hacer vibrar los soportes sobre un terreno acuoso.
Veamos el ángulo oficial, si ya tenemos más de 170 mil asesinados y más de 800 mil muertos por la ineficiencia en el tratamiento del COVID-19, que llaman la atención de algunos ¿quién se puede escandalizar con los que mueren por no tener aceleradores lineales? ¿Quién va a exigir se compren nuevos aparatos vitales para los enfermos con tumores malignos; quién les va a responder, ya que en los informes de Zoé Robledo, director del IMSS, infaltablemente se pregona que todo está bien y rodando?
Somos parte de un país estimulado para mentir, la distinción entre lo verdadero y lo falso ha terminado por no existir, vivimos en un mundo en donde no existe diferencia entre lo verdadero y lo falso. El universo es de mentira y probado desinterés por lo verdadero.
Si contamos con una refinaría comprada en Texas por casi nueve mil millones de dólares, ¿por qué invertir mil millones en aparatos que puedan salvar vidas a quienes padecen cáncer? Pudiera ser que si de ahí se deriva un cochupo, alguien pudiera estar interesado y nadie más: ni gobiernos estatales, municipales y mucho menos la casi inexistente Secretaría de Salud.
El Centro Médico y el Instituto Nacional de Cancerología están en condiciones semejantes y son obligados a constantes reprogramaciones, ya que el señor Jorge Alcocer, secretario del ramo, sirve para acudir muy serio a las mañaneras o a jurar que a sus nietos jamás les proporcionaría vacunas contra el COVID-19. En todo lo demás, él espera a que termine el sexenio y a vivir los gratos recuerdos con los que Morena y el Presidente lo han colmado.
POR RAÚL CREMOUX
ESCRITOR Y PERIODISTA
@RAULCREMOUX
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