LA ENCERRONA

Acabar con el autoritarismo

La tarea de Corina Machado no será nada fácil, pero es aún peor dejar que las cosas sigan igual en Venezuela

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

“Venezuela es una democracia de nuevo tipo, es una democracia en construcción, una democracia revolucionaria, integradora y participativa.” Nicolás Maduro

Una máxima política es la obtención y permanencia del poder. Para que se pueda hacer efectiva esta premisa —dentro del régimen democrático— es necesaria la participación ciudadana, una administración pública que en realidad genere bienestar social, una disminución tangible de desigualdades, mejor y mayor distribución de la riqueza, más y mejores servicios públicos, etcétera.

Mantenerse en el poder con estos preceptos nos remonta a Angela Merkel, canciller alemana en el periodo de 2005 a 2021 y un ejemplo de liderazgo permanente que nadie podría tacharla de autócrata ni, mucho menos, de dictadora.

Sé bien que el modelo de gobierno no es el mismo que el llevado a cabo en América Latina y también entiendo que Merkel jamás podrá ser comparada con Nicolás Maduro, presidente de Venezuela. Maduro lleva más de una década en el poder y su predecesor y padre ideológico, Hugo Chávez, fue el inquilino del Palacio de Miraflores hasta su muerte. En más de dos décadas el chavismo ha mantenido el poder a costa de la democracia, del bienestar social y del marco institucional.

En este tiempo, Venezuela ha padecido el colapso económico más grande de su historia, la corrupción es tangible, la polarización es rampante, la desaparición de medios de comunicación y opositores es casi un hecho.

Como resultado de esto, más de siete millones de venezolanos han emigrado de su país y Venezuela es un ejemplo de todo lo malo que hace la izquierda en la región y de una nación debilitada ante los ojos del mundo. Sin embargo existe una nueva oportunidad para salvar la democracia y para intentar sacar a un país que ha sido socavado por más de veinte años, unos nuevos comicios electorales se avecinan.

Claro que estas tendrán que ser libres, transparentes y, sobre todo, limpias y justas. Una nueva oportunidad para que se vuelva a regular que no existan “dos Asambleas legislativas” e incluso “dos presidentes” y se detenga este camino hacia la dictadura.
El problema es esa máxima política ya mencionada. Maduro y su camarilla tratarán de hacer hasta lo imposible para detentar el poder.

Comenzó con la “inhabilitación política” de María Corina Machado, quien resultó ganadora de las elecciones primarias de la oposición el pasado 22 de octubre y quien deberá de unir a los personajes opositores, desde Capriles, pasando por López, hasta Guaidó. También tendrá que ser la encargada de cambiar la narrativa a una menos polarizante y más esperanzadora, las y los venezolanos están sumergidos en una división de más de 20 años y ahora esperan volver a tener fe.

Además de este peso que Machado hoy lleva sobre sus hombros, deberá revertir esta inhabilitación a través de instancias internacionales, mismas que también tendrán que estar atentas y vigilantes para los comicios. Gran parte de su trabajo será sacar a las y los venezolanos a votar, pues una derrota aplastante no dejará paso a las triquiñuelas maduristas.

La tarea no será nada fácil, pero es aún peor dejar que las cosas sigan igual en el país sudamericano. Quizá sea una de las últimas coyunturas para poder rescatar a Venezuela, para que la democracia resurja con fuerza y poder acabar con el chavismo autoritario.

POR ADRIANA SARUR

ADRIANASARUR@HOTMAIL.COM  

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