Ramon Gras y Geremy Burke, publicaron, City Science, un estudio que hace uso de la ciencia de datos para saber que es lo que hace que una ciudad tenga éxito en los procesos de innovación, desarrollo y absorción de tecnología. Un adelanto del mismo fue publicado por el Diario El País. Un caso claro de éxito reciente es Pittsburgh, una ciudad que superó la decadencia provocada por el hecho de que el ensamble de automóviles se moviera a México, para reinventarse como un zona de robótica e inteligencia artificial. Gras apunta que las grandes ciudades españolas, como Madrid, Barcelona y Bilbao han fallado en esa tarea de sobresalir a nivel global en actividades económicas de alto valor agregado. Los autores consideran que la clave está en crear ecosistemas en los que convivan universidades con industria, para generar un círculo virtuoso entre conocimiento y tecnología. En Madrid, por ejemplo, mientras las universidades se encuentran en la zona noreste, los centros corporativos se ubican en las zonas centrales, sin mayor relación, por lo que no se aprovecha para generar tecnología la capacidad de empresas españolas globales, en ámbitos como el financiero, construcción y telefonía. No existen zonas en las que compartan espacio corporaciones, universidades y emprendedores, para poder generar innovación. Además, y probablemente como consecuencia, muy pocos de los emprendimientos son de naturaleza tecnológica, alrededor del 20%, cuando en un sistema adecuado de innovación el 70% de los mismos tendrían que ser intensivos en tecnología. Eso además de la caída de las actividades manufactureras en las grandes ciudades, lo cual dificulta el avanzar en la incorporación de la tecnología en ese ámbito. Ciudades como Barcelona se han especializado en un solo sector, en este caso el de medicamentos, pero se requiere consolidar tres o cuatro para que se complementen y desarrollen tecnología más sofisticada.
A la Ciudad de México le ha costado convertirse en un polo de innovación y desarrollo tecnológico, a pesar de la capacidad de investigación de sus universidades, el alto nivel educativo de la población y ser sede de importantes operaciones corporativas y financieras. La buena noticia es que el centro de innovación desarrollado en torno al área industrial de Vallejo, la más importante del Valle de México, se está consolidando como un espacio para la interacción de empresas, universidades y emprendedores. En el centro se ha creado una red de actores públicos, privados y de universidades, para apoyar emprendimientos, registrar patentes, desarrollar materiales, incorporar tecnologías verdes a nuevos productos, generar soluciones de economía circular, médicas y actividades de capacitación en temas como robótica y programación en código. El propósito es avanzar en crear un ecosistema que sirva para generar innovación útil para las empresas de Vallejo, para atender los requerimientos de la ciudad en distintos temas y para promover actividades de mayor valor agregado y empleo de calidad en la economía de la capital. Vallejo tiene el potencial de convertirse en lo que Gras y Burke señalan como clave para que la ciudad se convierta en una ciudad de innovación tecnológica, está rodeada de universidades públicas y privadas, con enorme capacidad de interactuar con la industria para generar y absorber tecnología. Ya se han dado varios pasos, el propio centro de innovación y el nuevo plan parcial de desarrollo que flexibiliza los usos de suelo para dar cabida a los requerimientos de nuevos tipos de industrias y para dotarla de mejores servicios y vivienda accesible en el entorno. Es importante que en el futuro cercano se pueda avanzar en la especialización en las áreas en las que ya se cuenta con empresas consolidadas, como la industria del consumo, la de logística, la de residuos, la electrónica e incluso la de servicios de back office, que operan con enorme éxito en lo que se conoce como Tecno Parque.
POR VIDAL LLERENAS
@VIDALLERENAS
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