ECOS DE LA CIUDAD

La Navidad termina pronto querido Ernesto Fajardo Lovera

Pero esta maravillosa época termina tan pronto, que cuando volteamos ya se fue, como un suspiro, para de nuevo afrontar la rutina y con ella el trabajo o los estudios que inician con la tortuosa cuesta de enero

OPINIÓN

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Humberto Morgan Colón / Ecos de la ciudad / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Cada año en la temporada mas colorida y la de mayor contenido espiritual, hacemos planes para reunirnos con la familia, con los amigos y propiciar reencuentros con gente entrañable que por diversas razones hemos dejado de ver durante largos periodos. De igual forma, para planear unas merecidas vacaciones, hacer balance de lo ocurrido en el ciclo que concluye y reflexionar sobre las metas aplazadas o los planes que nos proponemos para el siguiente año.

Pero esta maravillosa época termina tan pronto, que cuando volteamos ya se fue, como un suspiro, para de nuevo afrontar la rutina y con ella el trabajo o los estudios que inician con la tortuosa cuesta de enero. Así se fue tu vida un 30 de diciembre, un infarto te la arrebato en tu domicilio, afortunadamente haciendo una de las cosas que más te gustaban: tocando la guitarra y cantando.

Como la navidad, también la vida termina pronto, muy pronto. No obstante, siempre habrá algo que queda inconcluso, alguna cosa por cumplir, algún pendiente por realizar. Extrañamente eras un hombre sereno, pero siempre con un gran ímpetu y con diversas tareas por desarrollar, lo mismo en tu trabajo formal que en tus compromisos personales, orientados a la investigación y el escrutinio de las culturas populares y juveniles.

Por supuesto que un hombre como tú se había propuesto elaborar diversos ensayos, que te llevarían varios años. El último, sobre el fenómeno juvenil de los años ochenta en la capital del país, las Bandas Juveniles. Pero esta vez, desde la manifestación de los adolescentes de colonias urbano-populares organizados en la BUK, las ingobernables Bandas Unidas Kiss, o la publicación conjunta con José Antonio Pérez Islas, Lorenzo Encinas y el que redacta este artículo, denominado Nacer de las Rock(as).

Querido Ernesto, toda historia humana comienza con el maravilloso acto del nacimiento, pero este es caprichoso y como bien lo refirió el filósofo Martin Heidegger, uno viene al mundo arrojado, eyectado, como escupitado a la vida. Determinados por las circunstancias naturales del Dasein, el Ser Ahí, ese ser en el mundo sin noción alguna de lo que le depararan las múltiples posibilidades que irá construyendo en su vida.

Más tarde dirá Jean Paul Sartre, que ante el hecho de nuestra facticidad, no tenemos ningún control ni responsabilidad, pues no elegimos el lugar donde nacemos, ni el sexo, ni el país o la región, la época o la familia a la que pertenecemos, tampoco la raza o ser rico o pobre. Sin embargo, de lo que si tenemos responsabilidad es de nuestra libertad para elegir, pues a decir del filósofo francés, el pasado no determina lo que hacemos en el presente, por lo que si hemos tomado alguna decisión antes, la podemos cambiar ahora. Aunque paradójicamente, nuestro pasado es nuestro presente, pues es el vínculo inexorable de la línea conductora de nuestra vida.

Tú, sin importar el lugar donde naciste, asumiste la responsabilidad de cambiar tu historia, con la centrada actitud que tomaste para vivir aquella etapa turbulenta y belicosa de las bandas juveniles y la violencia, siempre con prudencia, sustentado en los valores familiares que te hacían ver desde fuera lo que acontecía sin involucrarte para mal. Nunca hiciste daño, nunca lastimaste a nadie y siempre diste buen consejo, tendiste la mano y enseñaste que la paciencia, el estudio y la reflexión ofrecían la posibilidad de vivir mejor, de ahí el sobrenombre que te ganaste de Gurú.

Amigo, como también sentencio Heidegger, la muerte es la única posibilidad de todas nuestras posibilidades, ahora te alcanzo a ti, aunque algún día nos llegará a nosotros. Por ello me explico otro amigo en común al comentar sobre tu fallecimiento, Francisco Velázquez. Como buen hombre que fuiste, tuviste una muerte apacible, haciendo lo que te gustaba y acompañando el fin de año.

Descansa en paz.       

POR HUMBERTO MORGAN COLÓN

COLABORADOR

@HUMBERTO_MORGAN

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