ECOS DE LA CIUDAD

Tirar la piedra y esconder la mano. El caso Álvaro Obregón

Jean-Baptiste Poquelin, mejor conocido como Moliere, enfatizaba: Aquellos cuya conducta se presta más al escarnio, son siempre los primeros en hablar de los demás

OPINIÓN

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Humberto Morgan Colón / Ecos de la ciudad / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Cada vez es más común en la escena política de nuestros días, ver a distintos personajes acusando a sus iguales de corrupción, ineptitud, abuso de autoridad o de actos anticipados de campaña. Aún y cuando esas figuras que señalan con dedo flamígero tienen pasados ominosos y acciones que rallan en la incongruencia.

Ese sin duda alguna, es el caso de uno de estos personajes que a fuerza de sus desvaríos y narcisismo se construyen como impresentables en la ciudad de México.

Por supuesto nos referimos a la alcaldesa de Álvaro Obregón, la señora Lía Limón García. De quien la mayoría de sus gobernados tiene una imagen deplorable, no solo por su prepotencia y altanería, sino por un pésimo ejercicio de gobierno, plagado de sombras de corrupción, abuso de autoridad e incumplimiento de sus promesas de campaña.

Aunque estas conductas tienen diversas explicaciones, la más recurrente desde la opinión de los ciudadanos es la fincada en la realidad. Aquella, que define a una servidora pública ausente de sus responsabilidades, buscando desde el primer día de su Administración saltar a la Jefatura de Gobierno de la ciudad. Haciendo uso de recursos públicos para construirse una imagen que no corresponde a la realidad, sino a la simulación y a la apariencia. De esta manera vox populi comenta: prefirió ser influencer que gobernante.

Ahora, en la recta final de su mandato y después de que no resulto exitoso su proyecto para consolidarse como la candidata del Frente opositor, arrecio las presiones y amenazas a sus aliados para lograr la reelección en un cargo del que, según las últimas encuestas, ya no será requerida.

Ese contundente hecho y los magros resultados de su gestión han desanimado a los que la apoyaron con ilusión en 2021. Ahora, muchos de ellos buscan en el frente morenista la transformación de la alcaldía y la consecución de gestiones añejas que la actual mandataria no cumplió.

Entre muchos de los ejemplos se encuentra el de su importante director general y operador de Participación Ciudadana, hoy aliado de Morena. Así como el de decenas de líderes que luego de confiar en ella, recibieron a cambio rechazo y la cantaleta a flor de piel de la alcaldesa: Eso no me toca, es de Gobierno de la ciudad.

Esta frase expuesta con singular insolencia, le supone relevarla de su responsabilidad para resolver los problemas de falta de agua, de movilidad, de servicios urbanos, de seguridad, de regularización de la tenencia de la tierra o del mejoramiento de las Unidades Habitacionales, también del resguardo de las zonas de reserva ambiental.

No obstante estas circunstancias, la alcaldesa insiste en denostar y presentar denuncias contra sus opositores, sobre hechos que ella ha protagonizado de manera escandalosa. Nos referimos al gasto exorbitante en la colocación de espectaculares, pendones y lonas, en la pinta de miles de bardas a lo largo y ancho de la ciudad de México, al desembolso excesivo en la contratación de espacios en radio, redes sociales y televisión, así como en excentricidades como la Limoncina, una camioneta de alta gama, Mercedes Benz que sigue utilizando para llevar a cabo un proselitismo encubierto, tratando de recuperar lo perdido, su credibilidad en una demarcación que necesita con urgencia un buen gobierno y servidores públicos que no engañen, no se corrompan y cumplan con honorabilidad y buenos resultados su gestión.

Con el inicio del nuevo año y estando cada vez más cerca el 2 de junio, día de la siguiente jornada electoral, es ya secreto a voces que cunde el desanimo en su equipo cercano y se generaliza un sentimiento compartido entre sus correligionarios, que la alcaldía cambiará de color. Puesto que en la revisión histórica y estadística, Álvaro Obregón es una demarcación de voto switcher, que premia o castiga a sus malas autoridades.

Pronto seremos testigos de esta realidad.

POR HUMBERTO MORGAN COLÓN

COLABORADOR

@HUMBERTO_MORGAN

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