En el complejo panorama político de México, la participación de los jóvenes es un elemento esencial para reavivar nuestra democracia. No obstante, existe una preocupación permanente al observar que muchos de ellos – la mayoría - se sumergen en la apatía, desencantados por la situación actual.
El desafío para los partidos políticos es claro: motivar e ilusionar a esta generación a convertirse en un factor clave en la construcción de un México más justo y equitativo. Quienes aspiren a tener representación en los cargos de elección popular, deben encontrar un mensaje que conecte con aquellos que de hecho, no están obligados a interesarse por la política, pero cuya participación revolucionaría no solo los resultados electorales, sino la forma misma de hacer política.
Nuestro país cuenta con una población joven de 13,036,956 hombres y 12,859,493 mujeres, un grupo demográfico importante que, desafortunadamente, no se refleja plenamente en las urnas. Aunque representan el 30% del padrón electoral, muchos solo votan al alcanzar los 18 años y deciden no hacerlo en su segunda oportunidad. La realidad nos muestra que solo el 17% de esta población participó en las elecciones presidenciales de 2018.
La desconfianza hacia la clase política es una constante entre los jóvenes, una desilusión que comparten con otras generaciones. La clave para revertir esta tendencia radica en involucrarlos de manera significativa como agentes activos de cambio. Invitarlos a reflexionar y cuestionar es el primer paso. Necesitamos convencerlos con argumentos sólidos y propuestas claras.
Es indispensable que los gobernantes y candidatos comprendan que la juventud exige congruencia y compromiso real. Deben demostrar que sus acciones y palabras están alineadas con las necesidades y aspiraciones de los jóvenes.
En 2024, más de 15 millones de jóvenes tendrán la oportunidad de votar por primera vez, es imperativo que comprendan el peso y la importancia de ese voto y desde los partidos políticos, debemos asumir la responsabilidad de brindarles las herramientas y estímulo necesario para que participen. Reconocemos que la democracia mexicana se consolidará cuando cada joven entienda que su participación no solo es un voto, sino un compromiso por el futuro de México. Es hora de motivar e ilusionar a la generación que construirá la próxima etapa de nuestra historia.
POR ITZEL ARELLANO CRUCES
JEFA DE OFICINA DE LA COORDINACIÓN DEL GPPAN EN LA CÁMARA DE DIPUTADOS
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