El ecosistema deportivo continúa sorprendiendo e impactando a los aficionados nacionales e internacionales; una tendencia que difícilmente desaparecerá.
Cada vez es más difícil que en el futbol un jugador se retire en el mismo club en el que fue formado sin haber vestido alguna otra camiseta, ya no vemos casos como los de Carles Puyol con el FC Barcelona, Francesco Totti con la Roma o el mismo Cristóbal Ortega con el América.
Sin embargo, en el ambiente deportivo también se ha suscitado un fenómeno global entorno a los aficionados que avanza conforme a la accesibilidad a dicho ambiente, la afición deportiva está más presente que nunca y no se limita a un solo equipo o deporte. De hecho, cada vez es más sencillo tener acceso a ligas y deportes que antes, bastan con contratar algún sistema de tv de cable o suscribirse a alguna plataforma para poder disfrutar de más contenido deportivo.
Gracias al marketing dentro y fuera de las canchas, a la visión global de las instituciones deportivas y un claro entendimiento del fan engagement (compromiso y vínculo con el fanático), se han formado lazos con seguidores que no necesariamente comparten el mismo idioma, uso horario, nacionalidad, pero si la pasión por el club.
En la era contemporánea, la migración de aficionados se ha convertido en una tendencia notable que ha alterado la dinámica tradicional de apoyo a los equipos. Más allá de limitarse a los estadios locales, los seguidores están dispuestos a cruzar fronteras e incluso océanos para vivir la experiencia única de apoyar a sus equipos en tierras extranjeras.
Esta migración no solo se limita a eventos deportivos internacionales, sino que abarca competiciones de clubes o eventos a nivel mundial. Los aficionados, impulsados por la pasión y la conexión emocional con sus equipos y deportistas favoritos, planifican viajes a ciudades distantes para presenciar eventos cruciales.
Así, se establece una nueva forma de turismo deportivo, donde los estadios se convierten en destinos codiciados, atrayendo a aficionados de diversas nacionalidades. Este fenómeno no solo tiene un impacto en la industria turística, sino que también contribuye a la formación de comunidades de aficionados transnacionales.
La migración de aficionados se convierte así en un catalizador para la diversidad de seguidores y la inclusión de ellos en un entorno multifacético, enriqueciendo la experiencia deportiva con perspectivas globales donde se teje una red única de apoyo.
No sólo se impulsa la economía global del deporte, sino que también refleja la capacidad del deporte para unir a personas de diversas culturas y trasfondos bajo una misma bandera, colores e identidad: la pasión por el juego.
Clubes y selecciones deben reconocer la migración de aficionados como un pilar crucial para el desarrollo del deporte. Más allá de la competencia en el terreno de juego, la creación de comunidades transnacionales no solo fortalece la identidad de los equipos, sino que también impulsa la pasión por el juego que trasciende las fronteras y une a aficionados de todo el mundo.
Por Diego Sánchez “SAGO”
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