La inteligencia artificial (IA) es una de las tecnologías más prometedoras y disruptivas del siglo XXI. Sus efectos en la productividad se podrían comparar con los generados por la revolución industrial, el invento de los semiconductores (chips) y el internet. Su aplicación en diversos sectores puede generar beneficios significativos para incrementar la productividad y la economía mundial.
La IA se define como la capacidad de los sistemas informáticos de realizar tareas como el reconocimiento de patrones, el aprendizaje, la toma de decisiones o el procesamiento del lenguaje natural.
El banco de inversión Goldman Sachs pronostica un incremento en productividad, como resultado de la adopción de la IA, de entre 15 y 30% durante los próximos 10 años. Lo que equivale a un incremento de entre 7 y 14 trillones de dólares en el PIB mundial. Lo que equivaldría a duplicar y triplicar, respectivamente, las economías conjuntas de Japón y Canadá en ese período.
Este incremento en la productividad y la economía mundial se podría lograr de las siguientes maneras. Aumentando la eficiencia y la calidad de los procesos productivos, al automatizar tareas rutinarias, reducir errores, y facilitar la innovación; creando nuevas oportunidades de negocio y empleo, al generar nuevos productos y servicios, ampliar los mercados potenciales, mejorar la satisfacción de los clientes, y potenciar las competencias de los trabajadores; y, contribuyendo al bienestar social y ambiental, al mejorar la salud, la educación, la seguridad, la inclusión y la sostenibilidad.
Por ejemplo, en el campo de la medicina, la IA se está utilizando para el apoyo en el diagnóstico preciso y detección temprana, interpretación de imágenes médicas y de radiología, medicina personalizada, asistencia médica virtual, e investigación médica y desarrollo de medicamentos.
En la industria de la fabricación de semiconductores, empresas como synopsys, utilizando su aplicación DSO.ai para la optimización del diseño de semiconductores, está logrando resultados que incrementan hasta 3 veces la productividad de sus ingenieros y reducen el tiempo de diseño en un 50%.
Con respecto a la investigación científica, la IA está siendo utilizada para análisis de datos astronómicos, simulaciones cuánticas, predicción de propiedades de materiales y optimización de procesos químicos.
Los ejemplos mencionados son una pequeña muestra de las aplicaciones de la IA, lo que nos da una idea de su potencial para el incremento en la productividad y desarrollo económico mundial.
Sin embargo, la IA también plantea riesgos (laborales, éticos, de desigualdad de ingresos, etc.) que deben ser tomados en cuenta para aprovechar sus ventajas para mejorar la productividad y la economía de nuestras naciones.
Por Samuel E. Soberano Miranda
Maestro en Administración Pública y Desarrollo Internacional, por la Universidad de Harvard. Experto Económico y Financiero.
@samuelesoberano
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