A finales del año pasado, la cuestión educativa llegó a las primeras planas nacionales, se discutió en la conferencia matutina del presidente y pobló las columnas de opinión. El motivo fueron los resultados más recientes de la prueba PISA, que aplica la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Mucho se habló, con razón, de los malos resultados para México, cuyos estudiantes de 15 años se ubicaron por debajo del promedio de la OCDE en las áreas evaluadas. En matemáticas, sólo uno de cada tres fue capaz de representar matemáticamente una situación simple, y casi ninguno logró modelar situaciones complejas ni seleccionar estrategias adecuadas para resolver problemas relacionados con ellas.
En lectura, únicamente uno de cada dos estudiantes pudo identificar la idea principal en un texto de longitud moderada, encontrar información y reflexionar sobre el propósito y la forma de los textos, y nada más 1 % fue capaz de comprender textos extensos, manejar conceptos abstractos o contraintuitivos y establecer distinciones entre hechos y opiniones.
La caída en el desempeño en matemáticas entre 2018 y 2022 —reporta la OCDE— revirtió buena parte de las mejoras observadas entre 2003 y 2009, mientras que, en lectura, los resultados no difieren significativamente de los observados en 2012. El cierre de las escuelas durante la pandemia no ayudó, pero la tendencia a la baja era evidente desde antes.
A un mes y medio de la publicación de los resultados, lo lógico sería que ya estuviera en marcha una reacción, incluso de quienes cuestionan ejercicios como el de PISA. Más allá de sus imperfecciones, las evaluaciones de este tipo revelan datos y tendencias que ayudan a orientar la política educativa y diseñar acciones de mejora en el corto plazo.
En España, por ejemplo, el gobierno anunció recientemente un plan de refuerzo en matemáticas y comprensión de lectura al que se destinarán más de 500 millones de euros. El plan, que beneficiará a 4.7 millones de alumnos, tiene tres componentes: se reducirá el número de estudiantes por salón y se contratará a más docentes; fuera del horario de clases, habrá profesores que apoyarán a los alumnos con dificultades, y, por último, se ejecutará un plan de formación docente para la enseñanza matemática.
El ejercicio comparativo que representa PISA no sólo permite contrastar el desempeño de los estudiantes, sino también las medidas que toman las autoridades ante los desafíos educativos. Lamentablemente, también en esa área México está muy por debajo del promedio de la OCDE.
POR ANTONIO ARGÜELLES
COLABORADOR
@MEXICANO_ACTIVO
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