COLUMNA INVITADA

Libertad de expresión con responsabilidad

Si alguien ha capitalizado políticamente la confrontación con ciertos medios de comunicación, es el Presidente; las mañaneras han sido el escaparate perfecto

OPINIÓN

·
Héctor Serrano / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Al poco tiempo de haber iniciado su gobierno, el presidente decidió que uno de los ejes fundamentales de su estrategia de comunicación, iba a ser el enfilar sus baterías contra los medios informativos que lo cuestionaban. En la construcción del discurso, donde la mafia del poder es un grupo de ambiciosos vulgares y corruptos que se resisten a perder sus privilegios, los medios de comunicación que no comulgan con el presidente juegan un papel predominante.

La estrategia presidencial con la cual se ha dividido al país entre buenos y malos, no sería posible sin la participación de enemigos visibles; reales o imaginarios, que alimenten el discurso de que el presidente enfrenta una amenaza real en sus aspiraciones por transformar el país. Si alguien ha capitalizado políticamente la confrontación con ciertos medios de comunicación, es el propio presidente, las mañaneras han sido el escaparate perfecto para señalarlos y denostarlos.

Los medios contrarios al presidente, sin quererlo, le han ayudado a consolidar la base social del obradorismo, que ahora ven en ellos la encarnación de todos los males nacionales, son, junto a los partidos opositores, el enemigo a vencer en los próximos comicios. La pinza se cierra con la participación de una prensa a modo, que tiene la difícil tarea de aplaudir sin cuestionar todas las acciones del gobierno; son comunicadores que no han tenido empacho en hipotecar su prestigio.

En este escenario complicado, donde no hay cabida para los moderados, la gran mayoría de los comunicadores se han decidido por alguno de los bandos, en la prensa nacional es cada vez más estrecho y más sinuoso el camino de la objetividad. El país está tan dividido que las voces estridentes son las únicas que tienen eco, por eso cada vez son más burdos los intentos por sobresalir, se han perdido todas las formas de la convivencia política tradicional.

En honor a la verdad, siempre han existido comunicadores dispuestos al servicio de motivaciones particulares, ya sea por interés o por convicción, han estado dispuestos a apoyar o a atacar distintos proyectos políticos, la diferencia radica en que este gobierno prometió que las cosas serían distintas. No han cambiado las formas de hacer política en el país, la idea de que el uso del poder presidencial es legítimo cuando se usa en contra de los detractores, está más vigente que nunca.

En estos tiempos donde la libertad de expresión se ha convertido en el escudo para lanzar ataques sin ninguna consecuencia, cada vez es más difícil discernir lo correcto, para muestra, dos ejemplos vigentes con las distintas caras de una misma moneda. Por un lado, la polémica en torno a la salida de la periodista Azucena Uresti de Milenio y por el otro, el litigio iniciado por el empresario Ricardo Salinas Pliego en contra de comunicadores supuestamente pagados por el gobierno.

El presidente tiene el legítimo derecho de defenderse de la información que considere calumniosa, pero también la responsabilidad, de ejercer el cargo con la mayor templanza posible, nunca será viable el uso del poder público para callar voces discordantes. En este sentido, resulta de interés público que la periodista  Azucena Uresti aclare las circunstancias de su salida de Milenio, la sola suspicacia de que el presidente pudo haber intervenido en la decisión, daña y erosiona la figura presidencial.

Por otro lado, si el empresario Ricardo Salinas logra probar que sus empresas son objeto de una estrategia mediática para desacreditarlas y que dichas acciones están auspiciadas desde el gobierno, estaremos frente a un escenario que merece la intervención de la justicia. Ningún particular, por muy rico y poderoso que sea, puede ser sujeto de un ataque a sus bienes o a su persona a través de medios públicos, el estado tiene la obligación de salvaguardar su integridad.

Las próximas semanas serán interesantes para saber en dónde estamos parados, la libertad de expresión es de los derechos humanos más importantes, pero también el que exige mayor responsabilidad. Como nunca, de uso correcto, depende la estabilidad nacional.

POR HÉCTOR SERRANO AZAMAR

COLABORADOR

@HSERRANOAZAMAR

PAL