POLÍTICA Y DIPLOMACIA SOSTENIBLE

La apuesta por la sostenibilidad

El calentamiento planetario ya muestra graves consecuencias, como son el descongelamiento del polo norte y la Antártida, la desaparición de los glaciares, intensas olas de calor, sequías más intensas, prolongadas y extendidas, o inundaciones catastróficas

OPINIÓN

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Miguel Ruiz Cabañas / Política y Diplomacia Sostenible / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El planeta se está calentando. Cada año que transcurre se convierte en “el más caliente de la historia”. Seguramente 2024 será más caliente que el año pasado.

Este calentamiento es el resultado de las emisiones de gases efecto invernadero (GEI) a la atmósfera que producen, principalmente, el uso del petróleo y el gas (70%) y los sistemas agropecuarios (30%). 

Según el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), la voz de la ciencia, es necesario reducir en 43% las emisiones de GEI antes de 2030 para evitar que la temperatura aumente más de 1.5 grados centígrados hacia mediados de siglo, lo que podría tener consecuencias catastróficas para el clima global.

El calentamiento planetario ya muestra graves consecuencias, como son el descongelamiento del polo norte y la Antártida, la desaparición de los glaciares, intensas olas de calor, sequías más intensas, prolongadas y extendidas, o inundaciones catastróficas.

El cambio climático es global, pero sus efectos no son iguales en todos los países. Por su ubicación geográfica, su colindancia con dos océanos y la morfología de su territorio, México es uno de los países más vulnerables al cambio climático.

En los próximos años nuestro país enfrentará, con mayor frecuencia e intensidad que otras naciones, intensas olas de calor, inundaciones y sequías, que afectarán nuestra disponibilidad de agua y la producción de alimentos.

Si no se toman medidas para aumentar nuestra resiliencia, tendremos que importar más granos básicos.

Se reducirá nuestra autosuficiencia alimentaria. Posiblemente, enfrentaremos más huracanes categoría cinco, como el “Otis” que devastó Acapulco en octubre de 2023. 

En las últimas décadas nuestro país también ha sufrido una enorme pérdida de su biodiversidad. México ha perdido alrededor del 50% de sus ecosistemas naturales.

Los costos directos del cambio climático y la pérdida de biodiversidad podrían superar el 3.2% del PIB en 2050.

La creciente escasez de agua, la contaminación del aire, ríos, mantos acuíferos y la destrucción de nuestros bosques y selvas nos hablan de una crisis ambiental nacional. https://www.biodiversidad.gob.mx/biodiversidad/porque.html 

El próximo gobierno federal tendrá que enfrentar esta crisis.

Deberá priorizar una estrategia nacional de desarrollo sostenible clara, integral y coherente, que contemple acciones de mitigación de emisiones de GEI, de todos los sectores de la economía, pero también más acciones de adaptación al cambio climático, que proteja a las poblaciones más vulnerables.

Deberá priorizar la protección y recuperación de nuestra biodiversidad, y aplicar una nueva estrategia nacional de conservación y uso racional del agua. 

La apuesta por la sostenibilidad se deberá reflejar en el presupuesto federal, en el Plan Nacional Desarrollo 2024-2030, y en el reforzamiento de las leyes ambientales.

Deberá vincular la estrategia contra el cambio climático a la política nacional a favor de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y un Plan Nacional de Emergencia sobre el Agua.

El próximo gobierno también deberá cumplir con los compromisos internacionales del país. México es responsable de alrededor del 1.3% de las emisiones globales de GEI, que lo ubican en el lugar número trece entre los países emisores.

Aunque muy lejos de los principales responsables, China, Estados Unidos, la Unión Europea, India y Japón, nuestro país tiene una responsabilidad ineludible de contribuir a la disminución de las emisiones globales de GEI. 

En 2025, todos los estados parte de la Convención de la ONU sobre Cambio Climático y del Acuerdo de París (194 países) deberán presentar nuevas ofertas de reducción de sus emisiones de GEI (denominadas “Contribución Determinada Nacionalmente”).

México deberá presentar una nueva oferta de reducción de emisiones de GEI que muestre mayor ambición a la presentada en 2022 (35% de reducción de emisiones de GEI hacia 2030), es decir, mayores reducciones.

Para alcanzar esas metas, está obligado a dar un decidido impulso a la producción de energías renovables y a la eficiencia energética, con inversiones públicas, y del sector privado. 

En la última COP, celebrada en Dubai en diciembre pasado, los países acordaron triplicar la capacidad mundial de producción de energías limpias, y “Hacer la transición de los combustibles fósiles en los sistemas energéticos, en una forma justa, equitativa y ordenada, acelerando las acciones en esta década crítica, para alcanzar cero (emisiones) en 2050, de conformidad con la ciencia”.

Este texto es plenamente compatible con los intereses de México, que hoy depende mucho de los combustibles fósiles, pero le permite hacer una transición justa y ordenada a las energías renovables.

El próximo gobierno debe planear cuidadosamente cómo impulsará dicha transición, que necesariamente implica un gradual abandono gradual de los combustibles fósiles, y su substitución por energías renovables, fijando una fecha concreta en la que se propone alcanzar las cero emisiones de GEI, que debería ser en 2050, o a más tardar en 2060, como lo han hecho ya la mayoría de los países miembros de la OCDE y del G20. 

Son retos enormes. Implican un cambio gradual, pero estructural, de nuestra economía y la forma en que nos relacionamos con nuestro medio ambiente. Pero es la única estrategia nacional y racional posible: la apuesta por la sostenibilidad.

*MIGUEL RUIZ CABAÑAS ES PROFESOR EN EL TEC DE MONTERREY

@miguelrcabanas

miguel.ruizcabanas@tec.mx   

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