CONECTANDO CABLES

Inteligencia Artificial & Emocional

Es recomendable experimentarla como una herramienta del conocimiento, pero al servicio de la sociedad

OPINIÓN

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Miguel Ángel Marmolejo / Conectando Cables / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La Inteligencia Artificial es el tema de moda. Se habla de ella en todos lados, en el Foro de Davos, en el FMI o el Banco Central Europeo, en las Agencias de Inteligencia y en las Universidades, su idoneidad, sus riesgos y su impacto ético, al igual que en la profesión jurídica, donde recientemente la Barra de Abogados del Estado de California ha emitido una guía práctica sobre su utilización en el ejercicio de la profesión (Practical Guidance for the use of Generative Artificial Intelligence in the Practice of Law).

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que la Inteligencia Artificial Generativa (IA) tiene más probabilidades de -aumentar-, que de -destruir- puestos de trabajo, automatizando algunas tareas en lugar de asumir una función por completo, según su nuevo estudio intitulado “Generative AI and Jobs: A global analysis of potential effects on job quantity and quality”, desprendiéndose que la mayoría de los empleos e industrias están sólo -parcialmente- expuestos a la automatización y es más probable que sean -complementados- que -sustituidos- por la última oleada de IA Generativa, como el ChatGPT.

Por lo tanto, a juicio de la OIT, es “probable” que el mayor impacto de esta tecnología no sea la destrucción de empleo, sino más bien los cambios potenciales en la calidad de los puestos de trabajo, en particular la intensidad del trabajo y la autonomía; pero no para otros mercados, como el bursátil, donde cada vez más dependen los participantes de complejos algoritmos que administran los riesgos y predicen utilidades futuras. 

El estudio de la OIT concluye que las repercusiones socioeconómicas de la IA Generativa dependerán en gran medida de cómo se gestione su difusión, defendiendo la necesidad de diseñar políticas que apoyen una -transición ordenada, justa y consultiva-, de lo contrario, se corre el riesgo de que unos pocos se beneficien; algo muy similar a lo que sucede con la transición energética, al condicionarse su éxito a que sea ordenada, justa y de la mano de políticas públicas eficientes.

El filósofo Michael Sandel bien contextualiza las cuestiones éticas que plantea la IA, enfatizando que más allá de los puestos de trabajo, la equidad, la privacidad y la democracia, debemos preguntarnos si la tecnología afectaría a lo que “significa” ser -un ser humano-; serlo en su integridad, que se complemente con la inteligencia emocional, que para Daniel Goleman representa la capacidad de reconocer sentimientos propios y ajenos, de motivarlos y de manejarlos adecuadamente.

Por lo pronto, es recomendable experimentarla como una herramienta más del conocimiento, pero al servicio de la sociedad, que al mismo tiempo permita la interacción comunitaria y la (re)construcción del tejido social, una mejor civilización que codifique en armonía las relaciones interpersonales.

POR MIGUEL ÁNGEL MARMOLEJO

COLABORADOR

PAL