A fines de los años noventa, se iniciaron las obras para la construcción de la nueva planta de los libros de texto gratuitos. Había que trasladar la planta de sus instalaciones originales en el centro de la Ciudad de México sobre Río de la Loza, a un sitio adecuado, con facilidades industriales, de maniobra y fuera de la zona sísmica de la capital. El terreno seleccionado fue una donación del Gobierno Estatal del ingeniero Ignacio Loyola, situado dentro de un parque industrial, la ampliación del Bernardo Quintana en la entrada de Querétaro.
Al segundo día de los trabajos, el operador del trascabo tuvo que suspender la obra porque aparecieron restos humanos con una gran antigüedad.
El arqueólogo Diego Prieto, jefe del centro INAH local mando una cuadrilla. Se hicieron varios trabajos, reconocimientos y la valoración final. En esa localidad, previo a la llegada de los europeos, era una posta en el camino del océano al centro del país. El entierro contenía varios esqueletos de tamemes y sus acompañantes, perros xoloiztlcuincles.. Las vértebras de las personas estaban sumamente desgastadas, producto del esfuerzo de largas jornadas cargando pesados fardos. Había también restos de vasijas y otros objetos de uso cotidiano.
En consulta con los especialistas, se podría seguir con la construcción de la nueva instalación del libro de texto, pero habría que reubicar los restos humanos en un sitio cercano al hoc. Así se hizo.
Parte del hallazgo se concentró en el museo regional de historia, los restos humanos se reubicaron a descansar en otra parte del cerro donde se construía.
Bien se dijo en alguna ocasión, que nuestro país es un inmenso museo, con manifestaciones culturales de las anteriores civilizaciones por todas partes. O son edificaciones, artículos de uso o restos humanos o de sus animales acompañantes.
De allí nuestro orgullo por la herencia de ese vasto patrimonio cultural
El día de la inauguración de las nuevas instalaciones del libro de texto en Querétaro -planta de producción y almacén regional del norte-, se guardó un minuto de silencio por quienes pasaron por allí antes que nosotros; quienes atendían el circuito comercial del Golfo de México a la gran Tenochtitlán y de quienes ahora hemos heredado este hermoso territorio llamado México.
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POR ANTONIO MEZA ESTRADA
COLABORADOR
PAL