COLUMNA INVITADA

Educación: La tragedia silenciosa

Los últimos resultados de la prueba PISA, aplicada en 2022, revelaron que en México

OPINIÓN

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Gina Andrea Cruz Blackledge / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Los últimos resultados de la prueba PISA, aplicada en 2022, revelaron que en México se está fraguando un desastre educativo sin precedentes. Los resultados de 2022 dan cuenta de que en nuestro país ya se puede hablar de una década perdida en materia educativa. En matemáticas, el desempeño de los estudiantes llegó a niveles cercanos a los que se tenía en 2006, y en lectura y ciencias, el promedio respectivo de 53 y 49 por ciento, se ubica por debajo de los promedios de la OCDE con 74 y 76 por ciento.

Estos resultados, profundamente desalentadores, no son el fin de las malas noticias para el sistema educativo: a raíz de la pandemia cerca de uno de cada dos alumnos en primaria y en secundaria presentaron una pérdida de aprendizaje alta o muy alta, de acuerdo con un estudio realizado en 2022 por la Secretaría de Educación Pública.

La gran promesa inicial de crear Universidades de Bienestar Benito Juárez con sus 663 títulos expedidos hasta el día de hoy, palidece tan solo ante la demanda de más de medio millón de espacios educativos en la UNAM. El gran cuello de botella que representa la educación superior, con una capacidad de absorción de menos de uno de cada dos alumnos que puede cursar el nivel, nos ubica en los últimos lugares de América Latina. Además, la oferta educativa está concentrada en el centro del país.

El panorama en educación inicial y preescolar es igualmente desalentador: si bien la escuela primaria puede absorber al 100 por ciento de la demanda, tan solo uno de cada diez menores puede cursar educación inicial y 2 de cada 3 pueden cursar educación preescolar, lo que implica que quienes llegan a la primaria lo hacen desde diferentes puntos de partida. Estas desigualdades, que el sistema educativo, acentúa son una de las causas del fracaso educativo y de los bajos rendimientos.

La llamada Nueva Escuela Mexicana no es otra cosa que un balde de petróleo que se vierte en un sistema que se está incendiando: con su desprecio a la ciencia y la tecnología, su casi nulo contenido de matemáticas y su exaltación del pensamiento mágico y mítico, estará formando una nueva generación no apta para competir en un mundo global, que requiere amplios dominios de idiomas, razonamiento lógico, capacidad de comprensión y realización de operaciones aritméticas elementales.

La atracción de cadenas de valor a la región de América del Norte, que representa una oportunidad dorada para atraer inversiones, generar empleos y economías de escala, se encontrará con un México sin el capital humano mínimo indispensable para aprovechar la ventana que se abre hoy día y que no permanecerá abierta mucho tiempo. El promedio de escolaridad de 10.3 años de estudios, que es igual al bachillerato trunco, está todavía lejos de los 13 años ideales que lograríamos, de acuerdo con el nivel actual de avance de una décima por año, en al menos dos décadas.

Lo más grave en materia de política educativa es que no existe un conjunto de políticas articuladas que atienda a los graves problemas que presenta el sistema: desigualdad en el acceso a educación inicial y preescolar, problemas de aprendizaje en escuelas multigrado, escuelas rurales insuficientemente equipadas, ausencia de exámenes médicos iniciales, falta de apoyos a población que vive lejos de los centros educativos, insuficiente oferta educativa en educación superior, media superior y un sistema de becas sin reglas de operación.

A esta problemática se suman errores históricos en política educativa: derogación de la calidad educativa como criterio en la Constitución, extinción del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, devastación del Instituto Nacional de la Infraestructura Física Educativa, cancelación de las escuelas de tiempo completo, cierre de guarderías y corrupción en programas como el de desayunos escolares.

Los nuevos libros de texto son la expresión visible del desastre educativo de este gobierno: elaborados de forma casi clandestina, obviando los procesos previstos en la Ley General de Educación y con un contenido que viola la neutralidad del Estado mexicano en lo relativo a la promoción de una agenda supuestamente progresista que sexualiza tempranamente a nuestras niñas y niños con fines perversos e inocultables. La indoctrinación de los nuevos libros de texto está orientada a formar personas sumisas y fanáticas y no a personas libres, críticas e informadas.

Las tragedias educativas no son visibles, como sí es el caso de los desastres en salud o inseguridad, donde los costos en términos de pérdidas de vidas humanas son, inmediatos, dolorosos y visibles. En educación, las tragedias se fraguan de forma lenta, pero sostenida, y sus resultados, evidentes en el mediano y largo plazo, conllevan la destrucción del futuro de los países. Grandes naciones que han surgido de forma casi repentina, como Singapur, han prosperado y crecido gracias al énfasis que han puesto en sistemas educativos de vanguardia, inspirados en políticas educativas robustas y eficaces y con fuertes y constantes inversiones.

En México, el desastre educativo que estamos viviendo hoy, y que se expande de forma silenciosa por todo el país, será visible muy pronto, a pesar de los esfuerzos propagandísticos de un gobierno que ha convertido a la educación en un vil aparato ideológico. Hoy el sistema educativo es una aséptica maquinaria inhumana que forma clientelas, pero no ciudadanos, que forma personas sumisas y obedientes, pero no el tipo de ser humano que demanda un milenio en el que la competitividad, la digitalización, la tecnología y la información son el pan nuestro de cada día.

POR GINA ANDREA CRUZ BLACKLEDGE

SENADORA POR BAJA CALIFORNIA / Presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores América del Norte.

@GinaCruzBC

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