ESCRIBIR CON LUZ

La luz de Cristina

Atrapaba nuestra atención en minutos y, casi sin darnos cuenta, provocaba una sonrisa o un nudo en la garganta

OPINIÓN

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Cynthia Mileva / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Los periódicos se desbordaron de notas y palabras de amor ante el deceso de uno de sus miembros más icónicos, la periodista y escritora Cristina Pacheco. Imposible no conocer a la mujer que nos hacía detener el zapping del control remoto en nuestros antiguos televisores de caja enorme, para escuchar lo que algún maestro de oficio platicaba. Atrapaba nuestra atención en minutos y, casi sin darnos cuenta, provocaba una sonrisa o un nudo en la garganta. Por un rato nos invitaba a escuchar al otro.

En 1988 publicó La luz de México. Entrevistas con pintores y fotógrafos, con un emotivo prólogo de Carlos Monsiváis, donde la califica de incansable y excepcional. La invitación, como siempre que se cita un libro, es contagiar la curiosidad por descubrir la historia capturada; en estas páginas Cristina nos brinda un montón de ellas. Rebasa la rigidez periodística y nos traza con su estilo -que es su propia luz- la atmosfera casi poética que rodea a cada artista, revelando algunas de las capas más personales que hicieron de su oficio a los grandes maestros de la fotografía.

Leer su experiencia con el gruñón de don Manuel Álvarez Bravo, a quien no le gustaban las entrevistas. La prodigiosa memoria de Gustavo Casasola, quien comparte con entusiasmo los detalles de su legado. El momento en que la fotografía pasa del oficio por necesidad al deseo de “robarse lo bonito de la vida” de Lola Álvarez Bravo. Conocer el proceso de elección del encuadre de Héctor García y las peripecias de su gran amigo Faustino Mayo, son solo algunos de los detalles que completan los retratos hablados de estos artistas. Deseamos un buen viaje a la joven humilde que trascendió en una mujer de palabra poderosa y compasiva. A la profesional, que amó su trabajo hasta sus últimos momentos. Al personaje público que supo atrapar la riqueza de la voz cotidiana.

POR CYNTHIA MILEVA 

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