COLUMNA INVITADA

Entre café, futurismo y fascismo

La cafeína y el aluminio son dos materiales que llevan un simbolismo común y que los vincula a la modernidad

OPINIÓN

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Alán Vargas / Columna invitada / El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Casale Corte Cerro, Italia, 2016. De un lado, el cura; del otro, familiares y amigos. Se trataba de un funeral peculiar que se destacó por la presencia de una cafetera en el altar. 

Este objeto, aparentemente fuera de lugar, era una cafetera Bialetti, y dentro de ella descansaban las cenizas de su creador, Alfonso Bialetti.

Esta pieza encierra una historia interesante que se vincula con el futurismo y el contexto político de Italia durante la década de
los 30. 

La cafeína y el aluminio son dos materiales que llevan un simbolismo común y que los vincula a la era de la modernidad: ligereza, velocidad, movilidad, fuerza y energía. Este innovador diseño materializó el espíritu de una época particular, la de Benito Mussolini. 

Aquello fusionaba la estética futurista con la simbología del régimen fascista y estaba asociado al nuevo estilo de vida que la sociedad buscaba. 

El aumento del conocimiento sobre el efecto de la cafeína en las personas también sirvió como un catalizador para estos desarrollos conceptuales. Jeffrey Schnapp, en su artículo ‘El Romance de la Cafeína y el Aluminio’, escribía:

“se consideraba un agente purgante, dedicado a liberar a Europa de su idolatría del pasado y como un nuevo tipo de ser humano de la era industrial: un hombre hiperactivo multiplicado...”

Más tarde, el fundador italiano del movimiento futurista Filippo Marinetti, lanzó en 1909 el manifiesto futurista. Marinetti, quien marchó junto a Mussolini, se llamaría a sí mismo la “cafeína de Europa”. 

Es decir, el futurismo promovido originalmente abogaba por la modernidad, pero éste movimiento artístico e intelectual se vio influenciado por el auge del fascismo en Italia. 

Marinetti, incluso, propuso medidas extremas como la prohibición de la pasta, ya que la consideraba un alimento
que volvía torpe y pesado al italiano. 

Aunque esta iniciativa no tuvo éxito, el futurismo y el fascismo tuvieron diferencias y similitudes. Así pues, la cafetera italiana, conocida hoy en día por la mayoría, con su diseño simple y eficiente, personifica la capacidad de fusionar la estética futurista con la funcionalidad cotidiana y se convirtió en un elemento común en los hogares de todo el mundo, recordándonos la época en que el futurismo y el fascismo coexistieron en la Italia de entreguerras. 

Y cabe curiosear, amable lector y lectora, que aunque la cafetera italiana, a pesar de tener sus orígenes en una época política de opresión, misoginia y odio a las minorías, ha perdurado como un ejemplo de diseño atemporal y funcional, por más que se intentó que destacara los valores del fascismo italiano, no hay algo más democrático, antifascista y accesible hoy en día que su presencia en los hogares del mundo, una máquina cuyo precio no rebasa los 400 pesos mexicanos. 

POR ALAN VARGAS

COLABORADOR

@SOYALANVARGAS

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