VENTANA POLÍTICA

Empoderar o utilizar

Morena presume tener el gobierno más feminista. El propio presidente sostiene haber sido el primer gobernante

OPINIÓN

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Verónica Ortiz / Ventana Política / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Morena presume tener el gobierno más feminista. El propio presidente sostiene haber sido el primer gobernante en incluir más mujeres que hombres en su gabinete cuando ocupó la jefatura del Distrito Federal. Y lo mismo a nivel nacional, donde casi la mitad de las secretarias de estado son encabezadas por mujeres.

Vistos así los números parecieran buenas noticias. Efectivamente, López Obrador ha propuesto o designado diversas mujeres para cargos de primera línea. Así llegó Rosario Piedra a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), Graciela Márquez al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) o Victoria Rodríguez Ceja para encabezar el Banco de México.

El problema es cuando se quieren utilizar dichos nombramientos con fines ideológicos. O cuando se pretende lealtad absoluta a los caprichos presidenciales.

Así ha sucedido en el Instituto Nacional Electoral (INE), con el nombramiento de la comisionada presidenta Guadalupe Taddei, o en el Tribunal Electoral (TRIFE) con la renuncia forzada de su presidente para colocar a la magistrada Mónica Soto.

Lo que se presenta como un reconocimiento a las credenciales profesionales, termina siendo una exigencia de incondicionalidad. Tal es el caso de las ministras de la Suprema Corte de Justicia. Mientras Loretta Ortiz y Yasmin Esquivel gozan del aprecio presidencial, la recién nombrada ministra Lenia Batres ha prometido lealtad absoluta al líder máximo.

Por el contrario, Margarita Ríos Farjat, quien ha votado de forma independiente en diversas ocasiones, cayó a la categoría de “traidorzuela”.

El caso más emblemático, desde luego, es Claudia Sheinbaum. Ha sido siempre la favorita del presidente, pero no queda claro si por sus capacidades o por su férrea disciplina a AMLO. Porque a cuatro meses de la elección seguimos sin ver a la candidata. El presidente la ungió, le entregó el bastón, pero no el mando. López Obrador sigue dirigiendo la campaña y tomando todas las decisiones, eclipsando a Sheinbaum o de plano minando sus fuerzas, como cuando bajó a Omar García Harfuch de la candidatura a la Cdmx a pesar de haber arrasado en la encuesta interna de Morena.

No contento con ello, el presidente ha redoblado la apuesta con el anuncio de un paquete de reformas constitucionales en materia electoral, judicial y para eliminar los órganos constitucionales autónomos. Sabiendo que no cuenta con las mayorías necesarias para aprobarlas, el objetivo del presidente es por un lado mantenerse en el centro de atención y, por el otro, imponerle a Claudia su agenda transexenal de erosión institucional. Es decir, hacerle la campaña y de una vez el gobierno.

De esta forma, las mujeres en primera línea con AMLO más que protagonistas son instrumentos. Lejos de empoderarlas, las usa para sus objetivos personales. Tristemente, quizá el más ominoso legado será que la destrucción democrática tendrá rostro de mujer. 

POR VERÓNICA ORTIZ

COLABORADORA

@VERONICAORTIZO

MAAZ