La complicada toma de posesión del presidente Bernardo Arévalo en Guatemala fue una señal de los problemas que puede enfrentar el nuevo gobernante y un aviso de su impacto en la región, México incluido.
Aunque la actitud de la administración mexicana no pareciera reflejarlo, Guatemala es uno de los tres países más importantes para México porque comparte frontera terrestre, y además es punto de paso y origen para miles de migrantes que atraviesan nuestro territorio hacia Estados Unidos.
Teóricamente, la embajada de México en Guatemala sería triple A, como la de EU, Belice y Cuba, la frontera marítima.
Es cierto que la atención de nuestro país se fija más al norte, por razones obvias, y hacia Europa que hacia el sur. Cuba se beneficia de las simpatías populares y del actual gobierno. Guatemala y Belice, parecen a veces simplemente objeto de una "benigna indiferencia".
Desde 2020, la embajadora de México en Belice es Martha Ofelia Zamarripa Rivas, una periodista afín al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
El embajador de México en Guatemala es Romeo Ruiz Armento, un intelectual y político más conocido ahora por ser pareja de la gobernadora de Campeche, Layda Sansores y, según ésta, por ver la conferencia Mañanera dos veces al día.
Pese a la vecindad, México es formalmente el quinto socio comercial de Guatemala, que tiene una población estimada en 20 millones de personas y un PNB de casi 103 mil millones de dólares.
Pero Guatemala es también uno de los eslabones importantes en las cadenas delictivas regionales y, de hecho, se sabe que los grupos criminales han tratado al menos de influir en el poder político.
De acuerdo con el grupo especializado Insight Crime, "la mayor parte de su actividad consiste en transportar drogas ilegales hacia el norte, pero el crimen organizado en Guatemala también está involucrado en el cultivo de marihuana, coca y amapola, así como en el tráfico de personas, el secuestro, la extorsión, el lavado de dinero, el contrabando de armas, la redes de adopción ilegal, crímenes ambientales, y otras actividades (...) Frecuentemente, trabajan con grupos de México y Colombia, así como de otros países centroamericanos".
Arévalo enfrentará problemas políticos y sociales que hacen de la comunicación y la colaboración entre los dos países más que necesaria, una cuestión de seguridad nacional. Y eso hace evidente la importancia de una buena relación con determinado a promover cambio y enfrentar problemas que como la corrupción y la delincuencia organizada tienen un impacto directo en México.
AMLO no quiso, o no pudo, ir a la toma de posesión de Arévalo, aunque su presencia era esperada y hubiera sido importante. Envió a una digna representante, la canciller Alicia Bárcena, que la verdad, como expresión de apoyo y de interés, debió haber sido la cabeza de una delegación compuesta por otros secretarios, incluso el gabinete de seguridad.
POR: JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
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