COLUMNA INVITADA

En el 2024, ganarán los ciudadanos ó una vez más las burocracias partidistas

Como comente en mi pasada columna los partidos políticos como instrumento de intermediación

OPINIÓN

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Martha Gutiérrez / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Como comente en mi pasada columna los partidos políticos como instrumento de intermediación no le apuestan a los ciudadanos, no se toman la molestia de entenderlos, mucho menos profesionalizan la vinculación con la sociedad en ninguna de sus tareas. Ninguna. Ni para conocerla, organizarla, representarla y formarla. Vamos, ni siquiera para llevarla a votar.

Desafortunadamente los partidos políticos continuan en la lógica de hablarse así mismos. Muestra de ello es la bochornosa e indignante expresión de desfachatez y cinismo que representó esta semana el flamante Gerente del Partido Acción Nacional Marko Cortés. Quien claramente vive en la lógica de hablarse a él mismo y a la camarilla que lo acompaña para atender únicamente sus propios intereses. No los del Instituto Político que representa, ni los del país, mucho menos los de los ciudadanos.

Por eso la ciudadanía no los ve, ni los oye, ni le interesa la política. Puesto que su diálogo nada tiene que ver con la sociedad y sus causas, por el contrario. Solo tiene que ver con el juego de intereses de un pequeño grupúsculo de rufianes de la política.

Como los dueños y gerentes de los Partidos Políticos asumen que lo que traen es una franquicia de acceso al poder y una visión deformada de la democracia, pues lo que vemos es una gran simulación de todos ellos. Todos hacen como que consultan a la sociedad y la sociedad por su parte hace como que les hace caso. Aunque en la realidad la verdad ni los toma en cuenta.

Hacia la próxima elección del 2024 es importante hacer una reflexión y análisis de lo que ha venido sucediendo, sobretodo a partir de 1996, cuando en un ejercicio de equidad para igualar a los Partidos Políticos con el PRI y pudieran ser competitivos se les asignaron recursos económicos suficientes. Sin embargo, en ningún momento nadie tomo en cuenta que el verdadero problema de la representación no era el dinero. El verdadero problema en realidad era la desvinculación que desde ese entonces ya era evidente con la sociedad.

Ante esto, cuatro años después la primera gran sorpresa del empoderamiento de los ciudadanos se la llevo el PRI al perder la Presidencia de la República en el año 2000, a pesar de haber llevado a cabo la primera elección primaria de su historia en 1999, a través de la cual resulto electo como su candidato presidencial Francisco Labastida Ochoa, legitimado en 272 de los 300 distritos electorales en juego y obteniendo el 58.13% de los votos. Sin embargo era tal la desvinculación del PRI con los ciudadanos, que la sociedad no les creyó, y votó a favor del candidato del PAN Vicente Fox Quesada. El PRI seguía utilizando los mismos viejos métodos clientelares que lo caracterizaron desde su fundación.

A partir de la derrota del PRI en el año 2000 se pone de moda en México el Marketing Político con la intención de sustituir la desvinculación con la sociedad, sin resolver el origen del problema. Porque Vicente Fox y el PAN ni remotamente traían las estructuras del PRI (y eso de cara a la elección del 2024 no ha cambiado). Sin embargo con él aparece en el escenario electoral de México el Marketing Político y así gana la elección. Esa elección particularmente la definieron las secciones electorales del Bajío, donde por arriba del 70% la población de aquella región del país eminentemente panista, salió a votar.

Posteriormente el resto de los partidos políticos, que para ese momento ya traían dinero público, pero carecían de la organización del PRI, orientaron su operación política hacia el Marketing Político. Incluso el mismo PRI generó una especie de híbrido entre clientelismo y marketing político. La consecuencia fue que todos los partidos políticos comenzaron a desarrollar un fenómeno de terciarizacion de las campañas y omitieron la política de contacto directo con los ciudadanos.

Ningun partido se percato de la problemática, ni se tomo la molestia de construir una estructura profesional de entendimiento de la sociedad, y al perder paulatinamente el Partido Revolucionario Institucional el poder y el acceso a los programas sociales, fueron migrando el ejercicio de la política hacia el Marketing Político.

Hasta los programas sociales fueron palideciendo como instrumento de convocatoria al voto, predominando la evidente esencia del Marketing Político y de las empresas de publicidad de la Radio y la Televisión. Porque en realidad en 2012 con Enrique Peña Nieto lo que se dió fue un giro frontal hacia la publicidad como instrumento de campaña orquestada por Luis Videgaray. En el análisis de lo sucedido lo que vemos no es que el PRI con el regreso al poder recuperara la política, sino lo que se genero fue un nuevo modelo de comunicación básicamente publicitario y de telenovela a través del cual las principales Empresas Televisivas lo apoyaron para que ganara. Así el PRI y la necesarísima operación política pasaron a segundo plano. Del entendimiento de los ciudadanos y sus causas, ni que decir.

El efecto, fue la generación de hartazgo de la sociedad inconforme con el modelo de frivolidades de Enrique Peña y la mayoría sus amigos y mas cercanos colaboradores. Seis años después, un número importante de los ciudadanos que acudieron a las urnas aquel 2 de julio de 2018 se inclinaron por Andrés Manuel López Obrador, un candidato que sin duda no hizo marketing político. Lo que hizo fue conectar con las emociones de los ciudadanos ofreciendo un cambio.

Ese día con entusiasmo los ciudadanos pensaron que el marketing y el clientelismo político estaban agotados.

¡Pero oh sorpresa! A partir del momento en que toma protesta Andrés Manuel como Presidente de la República, en lugar del cambio prometido, lo que llego con su 4T fue una abierta profundización y reforzamiento del modelo clientelar, y una total reconfiguración del viejo modelo convertido ahora en entrega de dinero en efectivo, a través de los denominados Programas Sociales. Así transitó Morena y la 4T por la elección del 2021, y con eso intentan ganar la elección del 2024.

Es decir, si bien Andrés Manuel López Obrador no cree en el marketing, sí cree fervientemente en el clientelismo puro y duro. Al fin y al cabo trae mas de un billón de pesos para comprar votos. De esta manera hace sus cuentas y dice: “Si reparto 21 millones de subsidios, a través de los cuales llegó al 66% de los hogares mexicanos. Pues con eso obtengo una aprobación del 60%”. “Por lo tanto, vamos a ganar con el 60% de la votación”. Como es su costumbre, López Obrador de manera mas que arbitraria simplista, vincula el nivel de cobertura de los programas sociales con su aparente aprobación, trasladándola automáticamente a la intención de voto para su corcholata. ¡Sus datos son equivocados, porque así no es!

Esta trasnochada lógica solo existe en la imaginación del Presidente, respaldada con la auto-propaganda de las conferencias Mañaneras, para afirmar que entre el 60 y 80 por ciento de los mexicanos lo aprueba, lo cual es falso. De esta forma sustituye a los Consultores en Marketing Político.

En el otro extremo, la exacerbación del Marketing Político la encontramos en Movimiento Ciudadano y en un Dante Delgado embriagado de publicidad. Piensa que con puro marketing político, tenis fosforescentes y sin ningún mensaje es segunda fuerza política nacional y la representación beatificada de la “nueva política”. Que dicho de un personaje frívolo, y analfabeta político como Samuel García podríamos entenderlo. Pero de un político presumiblemente formado y experimentado como Dante, es imperdonable no saber que no existe nueva o vieja política. Lo que sí existe es buena o la mala política.

Sin embargo ningún partido político ni sus publicistas se han percatado de algo que es trascendental. Que los ciudadanos estan empoderados y van a votar por lo que les interesa a ellos, no por lo que le conviene a los dueños y gerentes de los partidos. Que va a ganar quien tenga la capacidad para entender y representar los intereses, específicos de cada ciudadano. Porque como nunca, la elección de junio de 2024 es el principio del cambio mas radical que ha existido en la actividad política y pública del país.

Esta elección, eminentemente le va a dar a los ciudadanos el poder no solo para votar, sino para conducir un nuevo modelo de gobernanza. Incorporando el talento, y haciéndolos participes de su destino. Por lo tanto el candidato que sea capaz de entender y articular el fenómeno que se esta presentando en la sociedad del siglo XXI, va a ganar la elección .

Porque así como Vicente Fox representó el cambio hacia el marketing político capitalizando el hartazgo de la sociedad hacia el PRI en la elección del 2000. Y con Enrique Peña Nieto en el 2012 llegamos al final de ese ciclo que provocó la llegada de Andrés Manuel López Obrador quien apuntaba hacia un cambio donde prometió que representaría a la sociedad, cosa que no sucedió. Lo que tenemos en esta elección podría ser el cambio hacia un modelo politico participativo de democracia en tiempo real.

Hay que recordar dos momentos donde la ciudadanía en México le ha ganado al Estado. La primera en la elección del 2000 con Labastida y en el 2018 con López Obrador. Por que no pensar que en el 2024 pese a todas predicciones del Presidente de la República la ciudadanía puede volver a ganar.

El reto de los próximos cinco meses es que ni los partidos políticos, ni los candidatos, ni los ciudadanos al parecer están listos para construir y conducir una nueva era política de una democracia digital directa y participativa en tiempo real.

¿Este cambio de era se expresara en esta elección?
¿El cambio alcanzara para que la ciudadanía gane?
¿Podrán los ciudadanos estar presentes y preparados para exigir?
¿Podrán los candidatos entenderlos?
Pero sobretodo, ¿Podrán los partidos políticos sobreponerse a sus comportamientos y practicas históricas?

Es pregunta

POR MARTHA GUTIÉRREZ
Vocal del Consejo Directivo Del Instituto de Política y Gobernanza, A. C.

@MarthaGtz

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