MIRANDO AL OTRO LADO

AMLO, nervioso, pasa a la ofensiva

Iniciado el año decisivo para la evaluación de la 4T y de AMLO como Presidente

OPINIÓN

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Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al Otro Lado / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Iniciado el año decisivo para la evaluación de la 4T y de AMLO como Presidente, las cosas no van muy bien. Las crisis de la gestión de gobierno se multiplican y el nerviosismo se apodera de Palacio Nacional. A pesar de contar con un presupuesto generoso aprobado por el Congreso dócil, el dinero no lo es todo. Dicho de otra manera, todo el dinero del mundo no asegura la victoria en las urnas.

Los indicios del descontento se multiplican y se articulan en amplios sectores de la sociedad. A pesar de las inauguraciones adelantas de megaobras, como el Tren Maya y el Tren Transístmico, los aeropuertos diversos, la refinería Dos Bocas y las que faltan, el estado de ánimo social no sólo no mejora, sino que tiende a empeorar.

Todas las encuestas son contundentes: el gobierno es reprobado por su mala gestión y también por el incumplimiento de sus promesas. La inseguridad está peor que nunca. AMLO preside sobre un país convertido en un gigantesco cementerio, de víctimas de la violencia, de la pandemia y de desaparecidos. La sociedad vive en el pánico mientras el Presidente, ciego o mentiroso, dice que no pasa nada.

La corrupción en el gobierno de la transformación está peor que nunca. La familia presidencial es señalada por haber construido un sistema de favoritismo, del cobro de coimas y sobornos, venta de contratos y cobro de servicios. Esto, escudándose en la Ley de Seguridad Nacional, para no tener que rendirle cuentas a nadie de cómo gastaron billones de pesos.

El sistema de salud ha fracasado y retrocede en servicio y calidad, al tiempo que la megafarmacia es un inútil aparato burocrático, un elefante blanco reumático. No hay medicinas suficientes en los centros de salud para los enfermos del país. 50 millones de ciudadanos no tienen acceso a servicios de salud.

La educación pública, de por sí deficiente, sufrió un brutal retroceso con la pandemia y no existe la intención gubernamental de recuperar la calidad de educación que los jóvenes mexicanos requieren para enfrentar al mundo y sus retos laborales. El dinero público ya no va a educación. No hay recursos suficientes, dicen las autoridades. Más bien, el problema es distinto: hay otras prioridades presupuestales, y la educación no es una de ellas.

Tanto las encuestas que le dan a Sheinbaum 30 puntos arriba de Xóchitl, así como las que consignan una diferencia de 6 puntos entre ellas confirman que la gestión de AMLO está reprobada. El estado de ánimo social coincide con las encuestas: el gobierno ha fracasado.

Hay amplios sectores sociales gravemente lastimados por las agresiones políticas, verbales y presupuestales de AMLO.

Los familiares de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa han llegado a la dolorosa conclusión de que AMLO encubre al Ejército y, por tanto, les miente. Igual que Peña Nieto. Es un sector que numéricamente no es grande, pero su autoridad moral, producto de su dolor, rebasa la de AMLO y toda la camada de morenistas que lo siguen. Sus palabras reverberan en toda la sociedad mexicana.

Sucede lo mismo con los familiares de los desaparecidos, ahora ofendidos por un gobierno que los menosprecia y los desprecia. No hay mayor ofensa que la pretensión oficialista de volver a desaparecer a los desaparecidos, con la revictimización de sus familiares. Se les margina del presupuesto público. Además, están expuestos a las agresiones directas del crimen organizado, y carecen de protección federal. Viven con dolor a flor de piel.

Académicos, investigadores y científicos son una amplia comunidad también despreciada y pisoteada por las políticas y las palabras de AMLO y sus pistoleros en el mundo académico. Lo mismo ha ocurrido con el mundo de la medicina, ofendiendo y agrediendo a médicos, enfermeras y estudiantes de medicina. AMLO prefiere gastar dinero público para favorecer a médicos cubanos que mejorar las condiciones de los profesionales mexicanos.

Todo el mundo periodístico, tanto dueños, como periodistas, reporteros, comentaristas y columnistas son sistemáticamente agredidos por las ofensas presidenciales. Él promueve la percepción de que el periodismo, al ejercer la libertad de prensa y de expresión, actúa como un cuerpo subversivo. El Presidente trata al gremio como un partido opositor y parece aceptar las agresiones del crimen organizado en su contra. No hace nada para evitar las agresiones y asesinatos de periodistas en México.

Los agricultores, campesinos y ganaderos que ya no creen en las promesas vanas de un gobierno que no sólo no tiene ninguna empatía con su circunstancia sino que ni siquiera le interesa. El programa Sembrando Árboles sirve sólo para crear una dependencia del sector porque el reparto de dinero en efectivo es para que se lo deban directamente a AMLO.

Por supuesto que cualquier persona que se considere de clase media habrá escuchado y recibido los insultos, agresiones y ofensas que el Presidente les ha proferido en sus cinco años y medio en el poder. Hasta creó un calificativo diseñado para denigrar: fifí.

Es un Presidente que disfruta de ofender a las y los ciudadanos. Se ríe de la desgracia ajena, y disfruta de los errores o fracasos de otros. Carece de cualquier asomo de empatía. Por eso, la consigna de “amor al pueblo” y “amor con amor se paga” no podría ser más falsa y reveladora del cinismo que caracteriza a este gobierno.

Cuando Sheinbaum anuncia que su candidatura parte de su “amor al pueblo”, es imposible no sentir pena ajena ante tanta falsedad. Lo que todo este abandono político y palabrería hueca deja al descubierto es un estado de ánimo social que busca un futuro distinto a lo que ofrece la continuidad de la verborrea morenista.

Las encuestas de Massive Caller, que fueron las más acertadas con sus series de tiempo en las recientes elecciones de Coahuila y el Estado de México, pintan el cuadro más parecido a un estado de ánimo social crispado, producto de las reiteradas agresiones verbales y reales del grupo que hoy gobierna nuestro país. La más reciente encuesta sobre la diferencia entre Sheinbaum y Xóchitl es de 41.3% para la morenista y 35.1% para la oposición. 6 puntos de diferencia. Con 23,6% de indecisos, la elección está completamente fluida.

Ese resultado corresponde a una sociedad en situación de polarización y con un estado de ánimo social propenso a cambiar, a modificar rutas y a tomar un nuevo rumbo. Lo mismo indica la última encuesta de Massive Caller para la Ciudad de México. La más reciente encuesta arroja un resultado que muestra una carrera igualmente competida, y congruente con una ciudad polarizada.

Para Brugada 41,9% y para Taboada 36,6. 5 puntos de diferencia, con el 18,3% de indecisos. Ambos resultados son congruentes con la sociedad mexicana actual: polarizada y dividida, donde el resultado electoral va a depender de los enojados y los indecisos que no aceptan su marginación del asunto público y de las decisiones fundamentales sobre el rumbo del país y el uso del presupuesto. Esos indecisos lo son porque no saben en quién creer, después de la decepción con la gestión de AMLO.

AMLO sabe de este estado de ánimo social adverso y de la realidad de las encuestas. Por eso, decidió pasar a la ofensiva, buscando redefinir los términos del debate de las campañas e imponiéndose a Sheinbaum una narrativa suya y una mordaza, a la vez.

Quiere que la campaña gire en torno a sus propuestas legislativas: reforma judicial, reforma a pensiones y Guardia Nacional. AMLO quiere ser el candidato, ante la tibieza e ineficacia de la figura y la candidatura de Sheinbaum. Él quiere ser la presencia principal de la campaña, aunque no esté en la boleta. Y lo hace por la desesperación ante la realidad de esos escasos 6% que separan a Sheinbaum de Xóchitl después de haber gastado una fortuna para levantar la figura de la débil candidata morenista.

Esos 6 puntos de diferencia son lo que mantienen a AMLO despierto todas las noches tratando de escudriñar el futuro, y preguntándose: ¿qué tan lejos puedo ir, qué tan violento, para evitar la derrota? Lo cierto es que su arrogancia, que es una forma de ceguera, le impide ver la simple verdad: su tiempo se apaga.

POR RICARDO PASCOE

COLABORADOR

ricardopascoe@hotmail.com
@rpascoep

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