COLUMNA INVITADA

Visiones de un Futuro Incierto

“-Sigo imaginando cómo será-, habló muy suavemente, muy claramente, hacia un punto justo detrás de él en la pared

OPINIÓN

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Ignacio Anaya Minjarez / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

“-Sigo imaginando cómo será-, habló muy suavemente, muy claramente, hacia un punto justo detrás de él en la pared. -De alguna manera, pienso que las iglesias serán las primeras en irse, incluso antes que el edificio Empire State […]. Llevó sus ojos al rostro de él, mirándolo con excitación entumecida. -Cada vez que comenzamos un capítulo en César, me pregunto si este será el que nunca terminemos. Tal vez nosotros en nuestra clase de latín seamos las últimas personas que jamás lean a César-.”

La obsesión por el fin del mundo ha sido un tema recurrente en la literatura, el arte y la filosofía a lo largo de la historia. En 1949, Shirley Jackson, con su novela "El embriagado", abordó tal cuestión desde una perspectiva única, presentando una conversación entre una joven y un adulto ebrio sobre el apocalipsis. Dicha pequeña historia capta la esencia de la ansiedad apocalíptica.

Esta narrativa no solo abarca la ciencia y la ficción, sino que también se ha infiltrado en el debate académico, sugiriendo un cambio radical en cómo vemos el futuro. Ya no es una extensión de nuestro pasado y presente, es algo completamente diferente y sin precedentes, alterando nuestra propia identidad y existencia.

La joven en la novela de Jackson, con su inquietante reflexión, encarna la transición hacia esta nueva forma de pensar. Al imaginar que incluso lugares icónicos y símbolos de estabilidad podrían desaparecer, su discurso refleja una inquietud profunda sobre la permanencia y el significado en nuestro mundo. Dicha inquietud se ha vuelto más palpable en la era actual, donde los cambios tecnológicos, ambientales y sociales ocurren a un ritmo vertiginoso, desafiando nuestras concepciones tradicionales de historia y progreso.

Esta perspectiva se hace eco en el mundo académico y en la cultura popular, donde se observa un creciente interés por temas como el cambio climático, la inteligencia artificial y la alteración genética. Los que en su momento fueron el dominio de la ciencia ficción, ahora son debates serios y urgentes en la esfera pública. La incertidumbre alrededor de los desarrollos tecnológicos y ambientales ha alimentado una sensación de desasosiego sobre el futuro, una preocupación que la joven en la novela de Jackson articula con claridad.

¿Cómo enfrentamos un futuro incierto? ¿Cómo mantenemos nuestra humanidad en un mundo que parece estar desviándose hacia lo desconocido? Estas preguntas, que resonaron en 1949, continúan haciéndolo hoy con una urgencia incluso mayor.

POR IGNACIO ANAYA

COLABORADOR

@Ignaciominj

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