La solución gubernamental a un problema es habitualmente tan mala como el mismo problema”, decía el reputado economista Milton Friedman.
La megafarmacia es el capítulo más reciente del método de ensayo y error con que se ha gestionado el sistema público de salud en la actual administración.
Miles de mexicanos han vivido y denunciado el desabasto de medicamentos en instituciones públicas.
Hay múltiples casos de pacientes con padecimientos que pueden poner fin a su vida que no reciben oportunamente sus tratamientos y niños que no tienen sus vacunas más básicas.
¿Concentrar la distribución en una sola megafarmacia responsable de surtir a clínicas, hospitales y pacientes de 23 estados es la solución?
Especialistas de muchas instituciones públicas de salud sostienen que centralizar el abasto de medicamentos dificulta demasiado el rastreo particularmente de fármacos controlados, el control de inventarios, caducidades y propicia un mayor descuido de las cadenas de frío, indispensables para muchos biológicos.
El esquema planteado es un modelo como el que usan las empresas de comercio electrónico, pero con grandes desventajas tanto en cantidad de centros de distribución como en flotas especializadas para transporte aéreo y terrestre.
En el caso de la megafarmacia, que sólo es una, el gobierno anunció que no contratará ningún servicio externo de distribución terrestre y los envíos por avión se harán mediante la Fuerza Aérea, lo que no significa que no haya costos: la disponibilidad de vehículos, su mantenimiento y combustible son los obvios, pero el más alto, sin duda, será el de la ineptitud de la carencia de especialización.
La megafarmacia es el tercer intento.
Al inicio de esta administración, se designó a la Secretaría de Hacienda para hacer las compras consolidadas.
Eso no funcionó y con la llegada del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) esa responsabilidad se puso en manos de UNOPS, lo que terminó empeorando el desabasto.
El argumento, que era para eliminar corrupción y contratos con precios abusivos pero hasta ahora no hay un solo acusado y enjuiciado por ello.
Además de su ineptitud en el manejo de la pandemia, el doctor Hugo López-Gatell es señalado de ocasionar este problema con decisiones sin planeación que la megafarmacia y la falta de transparencia en su implementación, tampoco resolverá.
Los servicios de salud, con clínicas y hospitales cada vez más deteriorados, también son un foco rojo por su capacidad de atención.
Al término de la vida fugaz del Instituto de Salud para el Bienestar, las cuentas en la Cámara de Diputados fueron contundentes:
“Se dejaron de realizar más de 40 millones de consultas externas, más de 7.5 millones de consultas de alta especialidad, 1.3 millones de mastografías, 1.6 millones de pruebas de papanicolaou (...) 15 millones de mexicanos declararon dejar de tener un sistema de salud, el gasto de bolsillo incrementó 40 por ciento”.
¿El cambio al IMSS-Bienestar será de fondo o más de lo mismo?
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POR ADRIANA DELGADO RUIZ
COLABORADORA
ADRIANAD16@YAHOO.COM.MX / @ADRIDELGADORUIZ
MAAZ