Con el inicio del 2024, millones de personas han externado sus propósitos de año nuevo. Algunos regresaran al gimnasio, otros retomaran la dieta de la luna o el ayuno intermitente, otros más harán el esfuerzo para cambiar de auto y los candidatos a algún cargo de representación popular, tendrán como intención ganar sus postulaciones.
Lo que no hemos escuchado de ellos, ni de los dirigentes de los partidos políticos nacionales, son sus propósitos para jugar limpio y no polarizar más las campañas políticas en ciernes, y con ello, bajar la intensidad de un electorado habido de sangre, ante la frustración causada por los múltiples hierros de todos los Gobiernos a lo largo y ancho del país.
Tampoco, hemos escuchado de los principales actores políticos su deseo por mejorar las condiciones del país, en un tiempo complejo que empieza a reconfigurarse después de los estragos y las secuelas que dejó la pandemia mundial del Covid 19, pero sin denostar a sus contrincantes, ni descalificarlos a priori.
Lo que es deseable, es que los políticos más representativos de la nación cambien su actitud y establezcan compromisos de decencia, cordura y rectitud democrática, para con esto, se mitigue en los medios, en las redes sociales y en las platicas entre amigos y familiares, las tormentas de mierda y el odio manifiesto de los unos contra los otros.
Situación en verdad preocupante, que en la medida en que se acerque el 2 de junio, incrementará exponencialmente su riesgo de llegar a la violencia física e incluso criminal. Conductas en la que no reparamos por nuestro malestar en una literal encrucijada bipolar, que va creciendo como bola de nieve que destruye todo lo que encuentra a su paso.
Por ello, no es cosa menor exigirnos a todos prudencia, moderación e incluso que las instituciones o asociaciones que calculan las distintas aristas de la violencia lleven una medición de este fenómeno y se emitan alertas mensuales que nos hagan reflexionar sobre el peligro de la división entre mexicanos y su exacerbada polarización política.
Mientras ocurre un milagro con lo expresado arriba, en verdad es destacable comentar el regreso de Omar García Harfuch a la vida pública de la ciudad, después de que varios e importantes periodistas de medios de circulación nacional, habrían recibido información clasificada, sobre un factible atentado contra su persona. Hecho que lo hubiera alejado de su aspiración para convertirse en Senador de la república, con lo cual, algunos miembros de los partidos políticos de oposición, se frotaban las manos por su probable desistimiento en la contienda electoral de este año, lo que les reportaría mayores beneficios electorales a sus candidatos.
Y es merecido comentar su regreso, debido a que es un actor político que ha demostrado su firmeza ante situaciones adversas, su decencia ante los resultados contradictorios de su partido, ante la campaña negra en su contra de propios y extraños y su disposición para aportar a un país que requiere más ciudadanos y servidores públicos respetuosos, eficientes y listos para transformar los viejos parámetros de una clase política que no cambia ni sus actitudes, ni sus mañas.
Veremos entonces en los próximos días, una reconfiguración del mapa electoral en la ciudad, con un personaje que le han llamado el caballero de la noche, no solo por su audacia y valentía para luchar contra la delincuencia, sino por sus formas amables, su carisma y esa actitud humana, que refrescará la escena política de la capital del país, de cara a la elección más grande de la historia nacional.