CUERPO Y ALMA

Mis uvas

Pienso anhelante en sororidad, acceso a la justicia aunque los casos de violencia no se viralicen porque todas esas carpetas en espera son historias de vida truncadas

OPINIÓN

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María Elena Esparza Guevara / Cuerpo y Alma / Opinión El Heraldo de México Créditos: Especial

Dicen que los deseos no deben cantarse en voz alta porque se salan, pero yo creo lo contrario. Al nombrarlos, encuentran hogar en otras almas y mentes que los pueden adoptar con similar entusiasmo. En especial, cuando son para el bienestar colectivo.

Considero de muy buena surte que me haya tocado abrir el año escribiendo para Mente Mujer y lo celebro con una lista de 12 intenciones que estoy segura encontrarán eco especial en este año de definiciones políticas dominadas por figuras como Claudia Sheinbaum y Clara Brugada, punteras en sus respectivas contiendas.

Con las campanadas que marcan los doce meses del año que hoy inicia, van las uvas que imagino arropadas por tantas compañeras de lucha. Primera: igualdad sustantiva, para que logremos avanzar significativamente contra todas las brechas limitantes del desarrollo humano pleno.

Segunda: libertad de expresión, por un 2024 sin censura y favorecedor de la capacidad de escucha. Tercera: fin de la violencia de género, un anhelo que a pesar de los malos pronósticos globales de la ONU nos debe convocar a autoridades, activistas y sociedad civil a trabajar sin descanso.

La cuarta la dedico al acceso a la educación porque ahí radica la semilla de empoderamiento para millones de niñas todavía hoy privadas de este derecho establecido desde 1989 en la Convención de UNICEF. La quinta está conectada a su predecesora: inclusión económica… y ya que andamos en esto, le mando la sexta a la valoración del trabajo de cuidado y del hogar no remunerados.

Séptima para garantizar los derechos de la comunidad LGBTQ+ y la octava para que le bajemos la carga a los estereotipos de género que tanto daño causan a nuestra salud mental; la verdad es que no nos vamos a hacer más jóvenes, delgadas ni blancas conforme pasan los años: ¿nos reconciliamos con nosotras mismas de una vez? Se acercan las últimas campanadas y yo pienso anhelante en sororidad, acceso a la justicia aunque los casos de violencia no se viralicen porque todas esas carpetas en espera son historias de vida truncadas, y garantía para los derechos reproductivos de todas, sin importar quién gane las elecciones aquí, en Estados Unidos o en cualquier otro país.

Mi doceava uva, suspendida en el aire, la comparto llena de gratitud contigo que me lees. Para que podamos seguir encontrándonos en este espacio profundo que ha creado El Heraldo, nuestro suplemento con gafas violeta. ¡Feliz y empoderado 2024!

POR MARÍA ELENA ESPARZA GUEVARA
FUNDADORA DE OLA VIOLETA
@MAELENAESPARZA

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